La pena le ganó la batalla a Valeria Figueroa, quien se despidió de sus seres queridos con una breve carta
HIJUELAS.- Valeria Figueroa Órdenes, de 57 años, era una conocida vecina de Hijuelas. Proveniente del sector de Punta de Torrejón, fue en ese lugar donde encontró el amor de la mano de Luis Leiva Arancibia, hombre con quien este año cumpliría 45 años de matrimonio.
Pronto se fueron a vivir al sector de Cuatro Esquinas, donde tuvieron dos hijas: Valeria y Lorena. Valeria Figueroa Órdenes fue una mujer luchadora y aunque junto a su marido pasó por altos y bajos se mantuvieron juntos.
Con el paso del tiempo la familia creció, tuvieron dos nietos y dos nietas y una de ellas ya era estudiante de Gastronomía, algo que heredó de su abuela Valeria ya que era una gran cociera.
Su tiempo, además de entregarlo a su familia, lo dedicaba a la comunidad, participando en centros de madres y clubes de adulto mayor, donde desarrolló todo su talento en manualidades, tejidos y bordados.
Sin embargo, Valeria comenzó a enfermarse hace unos años. Sus riñones ya no funcionaban por lo que empezó a dializarse, tres veces por semanas. Dos veces sufrió desprendimiento de retina quedando ciega por un tiempo aunque, afortunadamente y gracias a la ayuda de la municipalidad, logró costear operaciones que le devolvieron la visión.
Su hija mayor, Valeria, la describió como una mujer preocupada, muy amiga de sus vecinas y con un tremendo corazón. “Recibía feliz a familiares de otras partes y los hacía sentir como en su casa, siempre con una sonrisa. Ella era la que llevaba la batuta, mi padre le hacía caso en todo, siempre empujándonos a surgir”.
En mayo de este año la familia sufrió un severo golpe, en especial Valeria, cuando su esposo tomó la decisión de quitarse la vida. Nadie supo las razones, pero intuyen que pasaba por sentimientos de culpa al haber tenido un encuentro amoroso hace años del que Valeria se enteró el día de su muerte.
PENA Y ENFERMEDADES
Desde ese día ella no fue la misma, y si bien seguía haciendo todo igual que antes, se dejaba ver muy triste y cansada. El amor tiene muchas aristas y, según expresan sus familiares, ella a pesar de sentirse desilusionada al enterarse del secreto de su marido lo extrañaba y seguía amándolo profundamente.
El pasado lunes Valeria se levantó temprano, como todos los días, y preparó el almuerzo para su familia. Su hija mayor, que vivía con ella junto a sus dos hijos, llegó temprano del trabajo para preparar al menor de ellos antes que lo pasara a buscar el furgón escolar. Luego, a las dos de la tarde, Valeria se quedó sola.
Sin embargo, cuando el vehículo que la llevaba a dializarse llegó a su hogar, ella no se encontraba afuera como era costumbre. El chofer se fijó que la ventana de la casa estaba abierta y se asomó. Ahí encontró a Valeria ya sin vida, colgando desde la escalera. Aterrorizado, llamó de inmediato a sus vecinas y a Carabineros.
“Ella había dejado todo listo: el almuerzo, la casa ordenada y la ventana abierta. Fue un golpe horrible, no pensé que haría algo así, al igual que mi papá, a quien también vi en es situación. Nos dejó una carta, cortita, donde se despidió y nos decía que nos amaba a todos y que ella no podía seguir así y que no se preguntaran porqué lo hizo”, recordó su hija mayor.
“Quedamos con la sensación que ella está descansando de sus enfermedades y al lado del hombre de su vida. Creo que pensó que estaba luchando contra la corriente pero sin esperanzas de sanar. El día del funeral nos acompañó mucha gente, recibimos mucho cariño y hubo una cadena de personas que nos ayudaron, desde los vecinos y familiares hasta la Municipalidad de Hijuelas”, agregó. Valeria Figueroa fue velada en su casa y sepultada en el cementerio de Purutún, al lado de su esposo.