Maestranza quillotana ofrece su ingenio para fabricar cinco ventiladores mecánicos al día

Publicado el at 17/04/2020
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Una comisión del Ministerio de Ciencia y Tecnología y otra del Ministerio de Salud determinarán si Oscar Coddou puede comercializar su invento

QUILLOTA.- A raíz del Covid-19, son más de 300 personas que están conectadas a ventilación mecánica en nuestro país. Esta alarmante cifra refleja la importancia que tiene la tecnología a la hora de combatir los casos más severos, donde preocupa la inminente escasez de ventiladores considerando el incremento de casos que se avecinan.

Y seguramente muy poca gente se imagina que una muy probable solución a la falta de ventilación mecánica se encuentra muy cerca, específicamente en una maestranza ubicada en el sector rural de Boco en Quillota. Allí, un hombre con el ingenio y los recursos necesarios, fue capaz de crear en apenas cuatro días un aparato capaz de salvar vidas.

Oscar Coddou es un quillotano de 39 años y reside en el sector de Boco junto a su familia desde hace décadas, aunque el trabajo militar de su padre lo llevó a viajar por todo el país. Fue por este motivo que conoció tanta gente durante su vida y estudió en muchos colegios diferentes.

“Estuve en el IRA un tiempo”, recuerda, aunque terminó la escuela en Osorno. Siempre inquieto, Oscar estudió electrónica en la Universidad Mayor, pero no terminó la carrera. Sin embargo, esto no le impidió abrir su propia maestranza y dedicarse a crear diversas soluciones, tanto mecánicas como electrónicas. “Yo hago todo lo que es complicado”, dice, explicando que sus principales trabajos son en el área de la minería.

NOTABLE INVENTO

Según cuenta Oscar, hace una semana estaba trabajando en uno de sus tantos proyectos, pero fue su mamá la que le dio la idea de enfocarse en otro más acorde con las necesidades actuales. “Estaba empezando un proyecto de pirólisis, reciclando neumáticos del sector minero para convertirlos en petróleo, pero mi mamá me dijo: haz ventiladores mejor, nadie te va a pescar con eso”, relató el quillotano entre risas, lo que fue suficiente para iniciar su nuevo proyecto.

Asegura que para ello tuvo que estudiar muchos libros sobre medicina, tanto que incluso dice que ahora se siente capacitado para salvar alguna vida. “Estuve estudiando y trabajando y, después de cuatro días, pude terminar el primer prototipo”, cuenta, agregando que el trabajo más lento fue el diseño y la programación de los valores que exige un médico, principalmente la programación del software con el que opera la máquina.

Luego de esos primeros cuatro días, en tres días más Oscar terminó la construcción del equipo definitivo. En la actualidad está esperando la resolución de una comisión del Ministerio de Ciencias y luego una de Salud para comenzar a fabricar más de estas máquinas, de las cuales el quillotano asegura puede llegar a producir cinco en un día, con los elementos y capital humano que dispone. “Me han llamado de hospitales para probar el respirador en vivo, pero debo esperar la certificación”, aclara.

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