Acongojada, relata el momento en que un desconocido le dio el pésame y le contó que Nicolás no era el objetivo del ataque
QUILLOTA.- El dolor aún se podía notar en sus ojos. Fabiola Pizarro Bachelet es la madre de Nicolás Salinas Pizarro, joven de 23 años que fue asesinado la noche del domingo tras recibir varios disparos, mientras se trasladaba por Avenida Condell en un vehículo marca Volvo.
El vehículo no era nuevo. Tenía un parabrisas averiado y el espejo retrovisor estaba remendado. No se sabe el origen del vehículo, pero de lo que su familia tiene certeza es que él siempre fue un amante de las tuercas.
Por eso, era común verlo en distintos vehículos de amigos, ya que entre todos cambiaban piezas o arreglaban otras. Es que desde pequeño sintió pasión por los autos, ya fueran de cuatro ruedas o de dos.
Los vecinos de la Población Lo Garzo estaban acostumbrados a verlo jugar simulando que conducía un automóvil a gran velocidad, un gusto que mantuvo en su juventud.
Estudió en la Escuela Arauco y completó octavo básico. Decidió no continuar la enseñanza media pero se dedicó a trabajar.
Cumplía diferentes labores, ya fuera en la construcción o en la agricultura. Era común, por ejemplo, verlo en los cultivos de arándanos durante la temporada. Tenía un hijo de cinco años por el que debía velar, por lo que de una u otra forma buscaba la manera de cumplir con él.
Hace siete meses había decidido dejar su hogar, donde vivía junto a su madre y sus tres hermanos, para radicarse en la Villa El Sendero junto a su polola. Eso sí, no dejaba de ir a ver a su madre.
De hecho, uno de los episodios más emotivos para ella fue cuando la noche del miércoles 2 de enero Nicolás la llamó por teléfono. Eran las 11:30 cuando llegó a su casa con el jugo favorito de su mamá y le dijo: “Quiero que seas la primera persona en darme el abrazo de cumpleaños después de las 12”.
“Yo siempre le decía que tuviera cuidado y me respondía que estaba bien. Esa noche me pidió la bendición y se fue”, cuenta Fabiola, quien conversó con “El Observador”.
MAL LUGAR Y MOMENTO EQUIVOCADO
Ella reconoce que su hijo se desenvolvía e un ambiente complejo, donde las drogas y el alcohol eran pan de cada día. Sin embargo, aseguró que Nicolás “nunca fumó, ni bebió ni se drogó. Sus amigos me contaban que era como un padre para ellos, porque siempre los retaba”.
Esa fatídica noche, Nicolás fue a casa de sus abuelos para ayudar a su madre a guardar ropa que ella vende en la feria. Compartió unos momentos con ellos y su madre le volvió a expresar su preocupación.
“Cuídate”, le dijo otra vez. Le advirtió que fuera prudente al conducir, ya que el vehículo en el que andaba, aquel Volvo plateado, era muy costoso. Él le dijo que era del taller de un amigo y le insistió que estuviera tranquila.
Por más que él le repitiera eso, su corazón de madre se apretaba cada vez que escuchaba el sonido de una sirena. “¿Será él?”, se preguntaba. Su temor se fundaba en el gusto de Nicolás por las carreras y los autos.
Por eso, la noche del domingo, cuando sintió ruidos de ambulancias, su corazón se volvió a estremecer. Lo distinto de esta ocasión, es que ahora lamentablemente aquellos ruidos que alertaron a la comunidad guardaban relación con su hijo.
“No sé qué fue lo que pasó ni sé de dónde sacó ese auto”, confesó, agregando que aún no puede entender cómo sucedieron las cosas.
“Se ha dicho tanto sobre él. Que era traficante pero nada de eso es cierto. Me duele que se diga eso de él, yo siempre le inculqué que prefería la pobreza por sobre la delincuencia”, reconoció.
Incluso, relató que una vez le dijo que si lo pillaba en malos pasos ella misma tomaría cartas en el asunto. “Si anduviera metido en eso ya hubiese ayudado a mi familia con dinero”, le respondió él.
Lo que sí, Fabiola sabe que más allá de todo lo que se diga y escriba, su hijo tuvo la mala fortuna de estar en el momento equivocado en el lugar incorrecto. Recordó que durante su despedida, en el cerro Mayaca, alguien que no recuerda se le acercó y la abrazo. “Me dijo: tía, no se preocupe, que lo que pasó no era para él”.
Dice que más que pedir justicia para su hijo, espera que las autoridades tomen cartas en el asunto, para que este tipo de hecho no ocurran nunca más en Quillota y las redes de narcotráfico no sigan cobrando más vidas.