El “Loco Ale”, único detenido por acribillar a Matías Palma Ramírez el 6 de agosto, fue detenido en Valdivia y quedó preso en Puerto Montt
QUILLOTA.- Hace poco más de dos semanas, un nuevo hecho de sangre impactó a Quillota, cuando el joven Matías Palma Ramírez, de 24 años, fue brutalmente acribillado por dos sujetos que descargaron sus pistolas, en el automóvil y el cuerpo del joven, cuando éste conducía su auto en la intersección de “Rosales Kenennedy” con Calle 18, para luego darse a la fuga.
Luego de dos semanas de intensa búsqueda, finalmente el principal implicado en este crimen, Alejandro Zamora Rivera, más conocido como el “Loco Ale”, pudo ser ubicado. Estaba en Valdivia, comuna en la que fue capturado para luego ser trasladado a la cárcel de Puerto Montt, donde, desde su celda, se realizó la audiencia de formalización en su contra el mismo viernes, quedando en prisión preventiva.
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Durante la audiencia, desde Quillota y vía telemática, el fiscal Ulises Meneses Bermúdez fue el encargado de leer una serie de testimonios que detallaban los momentos previos al crudo homicidio y que condujeron hacia el “Loco Ale”. Uno de ellos es el del colectivero que -sin saberlo de antemano- trasladó a los asesinos, mientras que el otro corresponde a un vecino que presenció una parte del homicidio. (Ambos testimonios puede revisarlos íntegramente en el Diario El Observador del martes 24 de agosto, haciendo clic aquí).
“QUIERO JUSTICIA PARA MI HIJO”
Mientras aún se desarrollaba la audiencia, hasta las oficinas de “El Observador” llegó Ana Ramírez, madre del joven asesinado, quien además de estar sufriendo aún por la muerte de su hijo, no quedó conforme con lo resuelto por el tribunal, en torno al lugar donde se mantendrá el -hasta ahora- único detenido por el alevoso crimen.
“A mi hijo lo mataron acá en Quillota, así que a su asesino lo deben juzgar acá, yo lo quiero mirar a la cara”, dijo la angustiada madre, al borde de las lágrimas.
Ana aseguró que su familia llegará a las últimas consecuencias legales para hacer justicia: “A mi hijo lo mataron por envidia. Ellos eran amigos. Pero todo cambió cuando mis hijos ya no quisieron tener nada que ver con ellos, porque andaban en malos pasos. No lo aguantaron y desde entonces le han hecho daño a nuestra familia. Todos nos fuimos a Olmué para estar más tranquilos, pero mi hijo se quedó y ahora está muerto. No puede ser que ya no lo vea más, porque quiso quedarse en su casa”, dijo la acongojada mujer.
Ella espera que, en las próximas semanas, el sujeto imputado por la muerte de su hijo pueda ser trasladado a Quillota.
“Él quiere quedarse allá porque está su hermano que también es un criminal, pero debe ser juzgado acá, donde mató a mi hijo”, dijo la madre que, sabiendo que nada le devolverá a su hijo, espera -al menos- que su asesino sea juzgado y condenado.