Siempre hay mucha gente quejándose que el Día de la Madre se ha puesto muy comercial, lo cual es cierto, pero hay quienes se acuerdan en forma especial de ella gracias a esta celebración colectiva. Quizá si no hubiera tanto marketeo del día, más de alguno se podría pasar el año sin hacerle una fiestecita especial a la mamá.
Aceptemos que todas las celebraciones son buenas, que mientras más festejemos a las personas mejor, especialmente, si se trata de ella, la mujer más importante de nuestra vida.
Una forma de expresar afecto y reconocimiento son los regalos. Regalamos en Navidad, regalamos para los cumpleaños, regalamos para celebraciones especiales. Cada uno de esos presentes tendrá mayor importancia en la medida que antes de hacerlo hayamos pensado en la persona, buscando lo que le gusta, lo que podría sorprenderla.
Generalmente nuestros regalos tienen precio, o sea, los podría comprar cualquiera. Nada malo en regalar algo comprado, pero muy distinto sería que al menos uno de los regalos del Día de la Madre, no tuviera precio, no se pudiera comprar, no pudiera ser igual al de otro hijo.
Un regalo que sea tan único como una carta, un poema, un gesto, una canción, una acción que le agrade, una tarde compartida sin apuro, un recuerdo de un momento especial, una fotografía, una obra hecha por nuestras manos, o cualquier cosa o acción que le cause esa alegría profunda de saber que uno pensó en ella en forma especial.
Ojalá en nuestras casas se generara esa voluntad de regalos no comprados, que nos llevara a que cada uno de los seres que se quieren en una familia, puedan pensar en el otro y obsequiarles lo mejor de sí mismos.
Porque no hay duda que regalar ese tipo de gestos o acciones es regalarnos nosotros mismos, es darnos un poco a los demás.
Hay un tipo de regalos que a mucha gente le cuesta más.
Regalar perdón, por ejemplo. En muchas casas, a veces por largo tiempo, hay hijos enojados con sus padres. Generalmente, por causas no profundas, más bien por malos entendidos, por errores fácilmente superables. Sin embargo, por esos orgullos inútiles, nos quedamos pegados mucho tiempo sin dar el paso para resolver el problema.
También el Día de la Madre sirve para arreglar cualquier tema pendiente, para reencontrarnos, sobre todo, para ejercer esa forma tan linda de amar que es perdonar.
Como se puede apreciar, hay muchas formas de regalar, hay muchas maneras de reconocer que todos venimos de una madre, que hoy ellas están de fiesta, pero también estamos todos nosotros, que venimos de ellas, que nos quedamos con el color de sus ojos, con muchos de sus rasgos, y también, con parte de su carácter y su forma de ser.
Celebremos este día, que por ser de ellas, es también de todos los que salimos de su cuerpo y de su alma.