Los permanentes robos de todos los días

Publicado el at 12:21 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

El comienzo del año sigue marcado por escándalos de todo tipo, por alumnos destacados en sus estudios y por una constante: los temas de inseguridad ciudadana.

 En los escándalos, el último fue la torpeza del gobierno de querer comprar ahora la casa que fuera del ex presidente Salvador Allende Gossens. No es fácil entender por qué quieren hacer de Allende un santo. En nuestra zona insistieron con ponerle su nombre al Hospital Biprovincial de Quillota, a pesar del rechazo de miles de ciudadanos que firmaron listas para oponerse a un nombre político, que genera hasta hoy tantas divisiones en el país.

En todo caso, comprar la casa de Allende, o la de Aylwin, podría ser una buena idea como parte del rescate de la memoria histórica de Chile. Los países necesitan puntos de recuerdo, lugares de reflexión sobre su pasado, especialmente en el caso de Allende, para que ojalá nunca se vuelva a repetir un gobierno tan complejo y que terminó con la desgracia de una dictadura. No hay que olvidar que el primero en llevar a los uniformados al poder es el propio Allende, que estaba tan complicado y que desconfiaba tanto de los civiles, que terminó con un gabinete de miembros de las Fuerzas Armadas. Para los 50 años del golpe, por primera vez el país vivió en forma pública un análisis de lo dañina que fue la Unidad Popular para Chile.

La noticia positiva de la semana fue verles la cara de contentos a los muchachos que obtuvieron puntajes nacionales en la prueba. Siempre estos logros son triunfos individuales, muchas horas de estudio, grandes esfuerzos. También, es cierto, influyen los colegios, los profesores y los padres. Pero el punto inicial está en la capacidad personal de cada joven que, soñando con un futuro mejor, estudió con dedicación para alcanzar un buen puntaje.

 No solamente los grandes puntajes, también los otros que estuvieron entre los ochocientos y los novecientos, permitiéndoles elegir su mejor opción para ingresar a la universidad. Y por repetido que resulte, la universidad no es el único camino, existiendo en la región muchas instituciones que entregan títulos de técnicos, que son siempre muy bien evaluados.

Pero la noticia que no cambia, la que se mantiene vigente, la que ya casi no nos sorprende, es la maldita inseguridad ciudadana.

El micro robo se ha instalado como un azote en algunas poblaciones, donde los vecinos no pueden dejar nada a la vista porque todo se lo pueden robar. Entran a sus patios en las noches, a sus casas de día, cuando ya saben que no hay nadie. Roban cilindros de gas, sillas, bicicletas, lo que encuentren a su camino. A esta modalidad debemos sumar a los mecheros, jóvenes, hombres y mujeres que atacan diariamente al comercio establecido, realizando un robo de hormiga que termina agotando a los dueños de los negocios. Los pillan, les toman fotos, les obligan a devolver lo robado y cuando creen que ya todo terminó, aparecen de nuevo al otro día, como si nada hubiera pasado.

Ni mencionemos los colegios y escuelas, donde los robos son tan insistentes que llegan a sufrir tres o cuatro ataques en un mes. También escuché las denuncias de dos dueños de restaurantes, a los que los ladrones les llevaban la carne y los licores. O el caso de la venta de medicamentos y otros implementos médicos, robados desde los propios centros de salud.

Debe haber mucha gente comprando baratas las cosas robadas. No se entiende de otro modo tanto robo sin tener quien lo compre. Ojo con las ferias, donde muchas veces llegan los productos robados.

 Se hace urgente que tengamos mayores dotaciones policiales, para poder enfrentar a la creciente delincuencia y evitar que les sigamos dejando el camino despejado.

La mejor prueba del temor de la población es mirar nuestras ciudades y ver con desesperanza que a las seis de la tarde ya está todo cerrado, apagado, en el más amplio sentido de la palabra.

 

*Foto Redes Sociales

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