Los niños no mienten

Publicado el at 18/03/2022
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Por Eva Márquez Estay
Periodista


Una triste noticia marcó los días previos al Año Nuevo en Quillota. La noche del 29 de diciembre, la comunidad se enteró del cruel abuso sexual que experimentó horas antes una pequeña de tan solo 11 años a manos de una mujer que estaba de paso en una casa vecina.

La mujer había invitado a ver televisión a la niña y aprovechó que estaban solas para realizarle tocaciones impropias y cometer el brutal ataque sexual con un objeto contundente. La pequeña logró zafarse y correr a su casa a pedir socorro. Fue llevada de urgencia al hospital, mientras que la presunta autora quedó en prisión preventiva.

Si bien resulta chocante conocer los detalles de este brutal hecho y muchos quienes se enteraron emitieron cientos de epítetos contra la autora por redes sociales, los días pasaron y el ambiente festivo de Año Nuevo se encargó de borrar de la memoria colectiva el episodio más triste de la vida de esta niña quillotana, una realidad que han vivido miles de niños y que se repite día a día en el mundo.

En Chile, según cifras del Ministerio Público, se produjeron 81 mil 171 casos de abuso sexual denunciados entre el 1 de enero de 2012 y el 31 de julio de 2017, de los cuales, el 69% afectaron a menores de 14 años. Tan sólo en este grupo etario, 6 mil 054 casos corresponden a la Región de Valparaíso, con 490 denuncias por cada 100 mil habitantes.

El abuso sexual infantil es una verdad oculta e incómoda que por siglos ha golpeado a las familias. Sigue doliendo que el porcentaje sea mayor en niños y niñas menores de 14 años, donde muchas veces el delito queda impune por las barreras que enfrentan los pequeños, cuando los adultos que los tienen a cargo no les creen o minimizan el daño y no denuncian, o bien la justicia desestima el caso por falta de evidencias.

Las mismas cifran sitúan al mayor porcentaje de agresores sexuales dentro del círculo de confianza del menor, o sea, los que comparten el mismo techo o personas cercanas, como vecinos, familiares o personas con las que se relaciona el menor en sus actividades diarias.

Un gran porcentaje de ellos ocultan el abuso por años, sobre todo si es dentro del círculo familiar, ya sea por vergüenza o por recibir amenazas. Por ello es crucial estar atentos a señales como ansiedad, cambios bruscos de humor, conocimiento de temas sexuales no acordes a la edad del menor, autoagresión, miedo al contacto físico y cambios en el control de esfínteres, entre otros aspectos. Por otro lado, si un menor es capaz de contar lo que ha vivido, es vital que la familia lo proteja y siempre denuncie. Los niños no mienten.


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