Los delincuentes transformaron en guarida el ex cuartel de Carabineros

Publicado el at 7:09 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

Si me hubieran pedido escribir un guion para un documental en el que se pueda sentir el peligro que es para nuestra sociedad la delincuencia desatada, reconozco que mi imaginación no habría alcanzado para tanto, que no se me habría ocurrido mostrar a un grupo de delincuentes viviendo al interior de un ex cuartel de Carabineros, transformando en guarida el templo de la ley, riéndose de los calabozos y las salas de guardia por donde alguna vez cruzaron para luego caer detenidos.

En el ex cuartel de Carabineros de Quillota, en el amplio y sólido edificio de calle Chacabuco que ocupaba la Comisaría, hoy viven, guardan sus armas, esconden sus robos, salen a delinquir y conviven un numeroso grupo de delincuentes.

Carabineros, bajo la promesa de un nuevo cuartel, se cambió de su edificio relativamente actual a un espacio bastante más incómodo en calle Esmeralda en Quillota. Todo quedó abandonado. No se entienden muy bien estas decisiones. Damos gracias a Dios que se le está dando un uso básico al antiguo hospital San Martín de Quillota que, de otra forma, estaría transformado en ratonera y desvalijado entero.

Por supuesto, nadie se dio cuenta de esta gravísima situación. Ninguna autoridad de ningún tipo vio nada. Los delincuentes se tomaron el cuartel y se instalaron allí sin ninguna oposición. Ni las rondas de Carabineros, ni de la PDI, ni de la Seguridad Ciudadana municipal, ni nadie del aparato oficial vio nada.

¿Quiénes vieron? O mejor dicho: ¿quiénes sintieron? Los vecinos, que comenzaron a ser víctimas de reiterados robos, que comenzaron a escuchar sus gritos y su música, sus borracheras y sus carreras con robos provenientes de distintos lugares.

Una vez más, los que están despiertos, los que la sufren, los que se sienten impotentes, son los vecinos.

El ex cuartel queda a media cuadra de los tribunales, en pleno centro de Quillota, pero nada de eso parece ser importante a la hora de vigilar la ciudad.

Se pueden dar muchas explicaciones, pero en verdad, no hay explicación posible.

El hecho es una nueva burla a Carabineros y su alta misión en nuestra sociedad. Nuestra seguridad, nuestra paz al interior de las casas y de las calles, seguirá en sus manos. Lo mínimo es cuidarlos, fortalecerlos, darles cuarteles dignos, valorar el gran recurso humano que tienen, legislar para devolverles toda su fuerza, mientras el país tiembla bajo los azotes inmisericordes de la delincuencia.

Tenemos que cambiar de actitud. Tenemos que sentir que los Carabineros son nuestros, que nos pertenecen, que forman parte de la tranquilidad de nuestras vidas y en ese sentido, no quedarnos mirando cómo ellos se trasladan a cuarteles indignos, cómo ellos trabajan por nosotros en dependencias que no se las merecen, ni ellos, ni nuestra seguridad. Los vecinos organizados tenemos que levantar la voz para reclamarle a los gobiernos y al Estado, un trato justo a Carabineros, reclamar por cuarteles decentes, rechazar la indiferencia de los entes gubernamentales y discutir los plazos con que se miran las obras que son tan importantes para nuestra sociedad.

La actitud no puede seguir siendo autoimponernos un toque de queda, irnos a las seis a la casa a encerrarnos tras barrotes y con alarmas y cámaras, dejando las calles solitarias y en manos de los mismos delincuentes que ya conocen bien nuestros miedos.

Hacen falta cabildos abiertos de la ciudadanía para advertir los problemas de seguridad que estamos viviendo, porque tal como ocurrió con el ex cuartel, fueron solamente los vecinos los que advirtieron el problema y gracias a ellos, los que estaban dormidos despertaron un poco.

Siempre seremos los vecinos los protagonistas de nuestra historia. Y reciba mis deseos de una Navidad en paz y alegría junto a toda su familia, con el cariño de siempre.

 

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