Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
La verdad es que con cualquier persona que uno converse, siempre aparecen una serie de incertidumbres sobre el presente y el futuro de Chile. Hay una fundada preocupación, porque el crimen organizado avanza, porque en la Araucanía y en el norte falta Estado de Derecho, porque crecen las tomas, porque los delincuentes quedan libres, porque nuestras calles se han puesto cada vez más peligrosas y nuestra seguridad continúa en permanente riesgo, porque en general, todo se ve muy negro.
Mucha gente agrega que, en medio de todas estas complicaciones, los políticos están preocupados de una nueva Constitución, como si ella fuera un acto de magia que sanará al país.
Sin embargo, para decir bien las cosas por su nombre, por fin los políticos se apuntaron un punto a favor. Haciendo algo que nos hacía falta: ponerse de acuerdo, asumir que en política hay que actuar en conjunto, hay que lograr el consenso, eso que permitió 30 años de Concertación en paz social.
Veníamos de una crisis profunda con el proyecto de Constitución, extremo y mal hecho, que terminó siendo votado en contra por los dos tercios de los chilenos. Nos salvamos de todos los excesos que proponían y elegimos el camino de la prudencia, nos alejamos de los extremos, demostramos que estamos atentos para corregir -a través de la votación- las malas propuestas para el país.
El acuerdo constitucional alcanzado nos devuelve la confianza y nos permite pensar que el sentido común volvió a las canchas de los políticos.
La casi totalidad de los partidos políticos aprobó un acuerdo que es la contraparte del proyecto de Constitución. Todo lo que antes era negro ahora es blanco. Se dio vuelta la tortilla y ahora muchos de los temas que eran un conflicto quedaron superados. Un éxito para Chile, una tranquilidad para todos nosotros los chilenos. Ya era hora que la cordura se impusiera. Falta todavía, pero ya es un gran paso hacia un futuro mejor.
Si en algo cambia el acuerdo constitucional es que mejora la desgastada fe en los políticos, nos hace pensar que el país podría estar mejor en el próximo año. La nube negra empieza a moverse, empujada por la voluntad de los partidos de actuar en conjunto, algo que creíamos ya no eran capaces de realizar.
Partamos por el nombre del documento: “Acuerdo por Chile”. Ya es la primera señal favorable. Plantea 12 puntos fundamentales: Chile es un Estado democrático, unitario y descentralizado (nada que ver más con la plurinacionalidad), la soberanía tiene como límite la dignidad humana de la persona y los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales. El terrorismo es por esencia contrario a los derechos (condena a la violencia), los pueblos originarios tendrán la misma representación de los votos que obtuvieron. Los emblemas nacionales son la bandera, el escudo y el himno nacional. Tres poderes del Estado: Ejecutivo, Judicial y Legislativo, con la Cámara de Diputados y el Senado. Asegura el funcionamiento autónomo del Banco Central, justicia electoral, Ministerio Público y Contraloría. Libertad de enseñanza y de los padres a elegir la educación para sus hijos. Consagra constitucionalmente la subordinación al poder civil de las Fuerzas Armadas y de Orden y consagra también cuatro estados de excepción: de asamblea, de sitio, de catástrofe y de emergencia.
Como se puede apreciar, la otra cara del proyecto de Constitución que rechazamos mayoritariamente.
Lo que ganamos fue alguna certeza para el futuro, en el sentido que los políticos podrán ponerse de acuerdo, tal como lo hicieron ahora, sobre los grandes temas que nos preocupan a todos. Y eso, a la altura en que estábamos, ya es muchísimo.
Por fin una señal que contribuya a soñar con un poco de paz social.
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