La pasión es lo único que no cambia. Una persona puede cambiar de casa, de ropa, de auto, incluso puede cambiar al gran amor de su vida, pero lo único que jamás podrá cambiar, es la pasión que lo mueve por dentro.
Es que la pasión es lo que mueve a este mundo y los que nos mueve a diario. Una madre, por ejemplo, se mueve cada día por la pasión que tiene hacia sus hijos. Porque no hay acto más sublime que una madre luchando contra la adversidad por sacar adelante a quienes tuvo en su vientre. Y si esa mujer es sola, esa pasión que lleva en su corazón es capaz de cruzar fronteras, derribar muros y doblarle la mano al destino.
No hay nada que se anteponga a la pasión de una madre, lo que la coloca como el tipo de pasión más noble que existe sobre este planeta. Pues aunque hay otros tipos de pasiones, el sentimiento maternal es absolutamente insuperable. Nada lo mueve ni nada lo cambia.
Según algunas definiciones, la pasión (del verbo en latín “patior”, que significa sufrir o sentir) es una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Así, la pasión es una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo.
Claro que esta última definición es más sutil para otras que hay por ahí. Por ejemplo, la pasión también es descrita como un sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira. Así, existe pasión por quien amamos e incluso podría haberla por quien pudiésemos odiar.
Pero bien entendida y aplicada, la pasión puede convencernos de que todo es posible lograr ¿O usted cree que los grandes pensadores o inventores de la historia del mundo no sintieron pasión? Obviamente que sí. Y fue ese sentimiento casi obsesivo el que los llevó a ser verdaderos genios de la humanidad.
Sin embargo, no digo que todos seremos genios siendo apasionados u obsesivos por lo que hacemos. Solo planteo que con pasión, la vida tiene otro sabor.
No importa a quién corresponda esa pasión. Si es en los hijos, espectacular. Pero puede ser en el trabajo, en el gimnasio, en la labor humanitaria, o incluso, si usted puede, al momento de amar. O más simple: cuando juega nuestro equipo de fútbol favorito.
Ser un apasionado es ser un agradecido de la vida. Es vivir con intensidad. Porque podemos cambiar de casa, auto, amor y hasta podemos cambiar nuestra apariencia física, pero hay algo que nunca cambia: la pasión que llevamos dentro.