Por Roberto Silva Bijit
Fundador de “El Observador”
Terminamos un año muy electoral, con profundos cambios políticos, con recambio generacional y con las típicas incertidumbres de un gobierno que realizarán personas que no han gobernado nunca.
Las señales que ha dado el presidente electo, Gabriel Boric, son mucho más moderadas de lo que se podría suponer. Vienen cambios, pero eso no necesariamente significa que venga un caos. Hay muchos temas que no puede seguir sucediendo en Chile, que merecen una revisión y un reenfoque, por eso creemos que lo que viene nos es ni tan incierto ni tan oscuro.
Siempre hay una fórmula para que la llegada de un nuevo año sea verdaderamente un año nuevo, en todo el sentido de la palabra.
Lograrlo es más fácil de lo que parece.
Nosotros somos los que hacemos nuevo el año, no el calendario. Nosotros somos los que construimos el cambio interior para sentir que este que termina esta noche y comienza mañana, sea en verdad un año completamente nuevo.
Nuevo en el sentido de diferente, porque aunque somos los mismos, nos podemos reinventar para evitar que aquellos problemas que nos dejaron pegados el año pasado, los que no pudimos vencer, dejen de ser un obstáculo y pasen a ser una oportunidad para demostrar todo lo que somos capaces de hacer.
Como le decía su mamá a un hijo muy querido de ella, cada mañana al despertarlo: “levántate y lúcete”. Una frase repleta de aliento y ganas, una frase para el bronce de los cariños y las confianzas entre los seres humanos. Es que saber que hay quienes creen en nosotros es una fortaleza muy grande para seguir avanzando.
Los propósitos para el nuevo año, así como las decisiones para renovar actitudes y posiciones son la señal para que nos vaya bien.
Para hacer propósitos no hay como una hoja en blanco, lista para descargar las ideas que más nos apuran, aquellos temas en los que este 2022 queremos aplicarnos para lograr mejores resultados.
Estoy convencido que los buenos propósitos pueden cambiar nuestras acciones, llevándonos no por cualquier camino, sino por el que nosotros elijamos. Somos los únicos dueños y conductores de nuestro destino.
Este año Chile decidió un cambio de gobierno que será importante para los próximos cuatros años de nuestra vida. Esperemos que sea un tiempo para que se renueven nuevos aportes para las regiones, siempre tan abandonadas del poder central.
Esta noche se acaba el ciclo anual y estaremos celebrando lo que acaba y deseándonos éxito en el que comienza. Siempre es un momento de familia y amistades, de personas que se quieren y se reúnen para vivir con alegría los últimos minutos de un año y los primeros del que comienza. Un verdadero rito de buenos deseos que debe tener el respaldo de nuestras convicciones y nuestras mejores energías.
Nada ocurrirá mejor, sino damos lo mejor de cada uno de nosotros.
Desde esta columna les envío un abrazo de papel, con todos los afectos de los que trabajamos en la empresa, para desearles un año lleno de paz, amor y alegría.
¡Felicidades!