Todo lo que se vio no fue todo lo que pasó. Hay siempre algunas circunstancias que permiten ver del otro lado de la moneda.
Cuando Bachellet y Piñera cantaron la canción nacional juntos, era como una postal de la democracia, un momento para recordar. Se sentía en el ambiente un diálogo de dos personas que han estado en lo más alto del poder en Chile.
Si repasamos el cambio de gobierno nadie podría negar que se trató de una elegante ceremonia cívica, llena de tradiciones y apegada a los valores de nuestra historia. La democracia vestida elegantemente, con sus mejores trajes para posar para la posteridad.
Sin embargo, cuando Sebastián Piñera ingresa al Congreso Nacional, recién ahí se entera que hay nuevos presidentes en la Cámara de Diputados y en el Senado, y que los dos son socialistas. Ella, nieta de Salvador Allende y él un antiguo militante de izquierda.
Para que eso pasara, los partidos miembros de la Nueva Mayoría habían llegado a un pacto con el Frente Amplio, ganando su primera batalla en el Congreso y abriendo la posibilidad de nuevos acuerdos para conformar una oposición al nuevo gobierno.
Todos los partidos se encuentran revisando sus actuaciones. La centro izquierda es la que anda más perdida, porque los democratacristianos tienen demasiadas diferencias con los comunistas, porque los radicales se sienten disminuidos, porque los socialistas mantienen sus antiguas y odiosas divisiones internas, porque fueron derrotados como bloque, porque no saben cómo tratar a sus compañeros del Frente Amplio, que por su parte, no se quieren mezclar con los que perdieron, porque ellos se sienten ganadores. En la derecha hay algunas pugnas porque los nombramientos no dejaron enteramente conformes a los UDI y RN.
Desde ayer hay nuevos equipos en el palacio de La Moneda, muchos de ellos con experiencia ganada en el gobierno anterior y también renovadas caras y equipos jóvenes, de los cuales el país espera mucho.
La piedra de tope que tiene Chile hoy día son los parlamentarios, porque de ellos dependen muchas situaciones que son importantes para el desarrollo de una democracia, y sin embargo, la opinión pública cree que ellos no son capaces cumplir con sus obligaciones.
Ellos, por ejemplo, debieran ser los pilares de los partidos políticos, especialmente en esa lógica que ellos tienen, al creer que si no encabezan los partidos después no pueden ser candidatos. O mejor dicho, hacen carrera en su partido para que les den una candidatura. Los partidos están podridos, tienen una debilitada democracia interna, siguen los nombramientos a dedo, no poseen locales en las provincias, ni se acuerdan que tienen ideología. Definitivamente, no son cauces de expresión ciudadana.
La principal misión de los parlamentarios es legislar, hacer las leyes, sin embargo, ellos siguen poniéndose para la foto, no perdiéndose ningún cóctel, sin tiempo para estudiar con serenidad las leyes que el país tanto necesita. Hay muchas leyes que han sido promulgadas y que necesitan nuevos artículos para corregirlas, porque quedaron mal hechas. Los estudios de cada ley son demorosos y profundos, pero ellos no tienen tiempo para realizarlos, ni tampoco gastan dinero en un asesor que sólo se dedique al estudio de las leyes sobre las cuales tienen que pronunciarse.
Hasta aquí nos está salvando la Ley de Transparencia, que es un verdadero foco de luz sobre las sombras en que se mueven muchas personas vinculadas al Congreso.
Hagamos un acto de fe y buena voluntad y deseémosle al Presidente Piñera un gobierno en el que se pueda poner de acuerdo con todos los sectores, para darle gobernabilidad y progreso a Chile.