Alcalde y pequeño agricultor coinciden en que familias de feriantes y comerciantes son parte de la población más afectada con la medida
LLAY LLAY.- Cuando el reloj marca las cuatro de la madrugada de cada jueves y domingo, Mario Arévalo ya se encuentra en pie, listo para emprender un nuevo viaje hacia La Calera. Hasta la fecha, ya van 40 años de trabajo en el rubro de la pequeña agricultura, donde además hace fletes para la verdulería de un amigo de la Villa El Sauce.
Cada vez que viajaba a la comuna vecina para poder surtir el negocio de su socio lo hacía pagando sagradamente los $2.100 del peaje Las Vegas, paso obligatorio para poder llegar a su destino. Esto cambió con el estallido social, luego que las casetas de la plaza fueran quemadas totalmente. Por lo tanto, hoy sencillamente no tiene que hacer ese gasto.
Sin embargo, la noticia del alza en el valor del peaje Las Vegas anunciada por la concesionaria Autopista del Aconcagua S.A. fue para él como un balde de agua fría para él. La tarifa tendrá un incremento de $600, llegando a un valor de $2.700 a partir de febrero. Eso sí, como información extraoficial, se presume que el cobro ya no será a través de casetas, sino con un pórtico de TAG.
“Dolía pagar los $2.100 y más va a doler si son $2.700, sube el costo”, comenta Mario, quien es vecino del sector El Salitre de Llay Llay. Con calculadora en mano, sumando y restando, esta nueva alza en la tarifa del peaje podría significar a las familias que compran frutas y verduras en La Calera un monto de $43.200 mensuales solo en traslado, sin contar la bencina del vehículo.
EL ALCALDE SE OPONE
Ante el anuncio, el alcalde de Llay Llay Edgardo González es categórico en decir que como municipio “rechazamos el aumento de la tarifa, creemos que es injusto y que afecta fuertemente el desarrollo local”. También enfatiza en que “hay muchos vecinos que trabajan en La Calera, Quillota y en Valparaíso. Hay agricultores que comercializan sus productos en comunas vecinas”.
Por su parte, el presidente de la UNCO Llay Llay, Víctor Beltrán, señala que el sentimiento de los llayllaínos es de “abuso e impunidad” y coincide en que un mayor valor en el pago del peaje se traduce a un aumento en los costos de los comerciantes.
“Todas las verdulerías locales y los pocos productores agrícolas que quedan deben viajar a La Calera, a la feria agrícola, a comprar o vender sus productos y el aumento del peaje hace que aumenten los costos”, asegura.