Doctor Juan Pablo Reyes explica que decir que una persona “habla hasta por los codos” o “no tiene pelos en la lengua”, técnicamente, corresponden a fenómenos del metalenguaje, que utilizamos consciente o inconscientemente.
¿Sabía usted que las expresiones como “sanguchito de palta”, “hablar hasta por los codos”, “se le cayó el cassette” o “no tener pelos en la lengua”, corresponden a un fenómeno que los lingüistas llaman metalenguaje?
Así lo afirma el doctor Juan Pablo Reyes, académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien sostiene que el metalenguaje es la capacidad que tenemos de autoanalizar el lenguaje, de tomar conciencia de su importancia, de sus capacidades expresivas y de su necesaria presencia para nuestras interacciones socioculturales.
“Es la función que tiene el lenguaje de hablar del lenguaje mismo. Palabras hablando de las palabras. Tomamos conciencia de lo que es hablar. Hoy, más que nunca, hacemos uso de la función metalingüística, por ejemplo, redefiniendo, resignificando los conceptos, las palabras, no solo de uso más corriente, que provienen del ámbito del derecho, la economía, la salud y la seguridad del país, si no aquellas expresiones más restringidas, como son los lenguajes inclusivos de género de las comunidades sordas y con capacidades distintas, dice el Dr. Reyes.
Agrega que la función metalingüística que poseen todas las lenguas de los pueblos, así como las jergas científicas, se ejemplifican en algunos de los recursos siguientes: es decir, dicho en otras palabras, esto significa, esto quiere decir, así llamado, lo que quiero decir es, dígalo, usted no lo diga. Un ejemplo clásico de la administración es la expresión escrita dice:… debe decir:.
Reyes es enfático en afirmar, además, que el metalenguaje permite enmarcar y en, cierto modo, regular los acuerdos que se dicen respecto de los fenómenos, las personas y las cosas. Es un proceso verbal permanente que va hablando del mismo hablar, en un estado de reflexión lingüística. Es estar pendiente del qué se dice, cómo lo dice, lo qué se debe decir y no decir, para qué lo dice, etc. El metalenguaje es una especie de control para mantener grados de acuerdos y consensos.
Expresiones
Otra forma de identificar fenómenos de metalingüística se da cuando la persona se refiere al modo de hablar de los demás, por ejemplo (y tal como lo mencionamos al comienzo de esta nota), cuando decimos que alguien es sanguchito de palta, habla hasta por los codos o, por el contrario, es muy escueto, es monosilábico, no debería decir eso, se le cayó el cassette, habla mucho pero dice poco, es decir, dicho de otro modo, no tener pelos en la lengua, por no decir, digo esto por ser diplomático o por ser suave, palabras sacan palabras.
Hay otro tipo de estos casos de metalingüística que se advierte en aquellos hablantes que prefieren, conscientemente, utilizar ciertos nombres para designar algo, ejemplo: la constitución de Lagos, la de Pinochet, la de los cuatro generales, la de los ochenta; o podría ser también wallmapu, macrozona sur, el sur, la Araucanía, el territorio mapuche, tierras en disputa o el caso de plaza Baquedano, plaza Italia, plaza dignidad.
“El lenguaje facilita, a través de la metalingüística, el que sus hablantes puedan ser también lingüistas. Es una demostración de que toda comunidad idiomática, ya sea, a nivel panhispano, latinoamericano, chileno, provincial, barrial o escolar explícitamente pueden reflexionar acerca de sus modos de hablar y significar. Desde lo macro a lo micro comunicativo, existe la posibilidad de pensar el lenguaje con el lenguaje mismo. Es la posibilidad de siempre estar preguntándonos ¿qué significa eso?”, se pregunta el académico.
En síntesis, subraya que sí hablamos de cómo hablamos cuando hablamos, entonces nos estamos preguntando por nosotros mismos como grupo y como individuos, por nuestros juicios acerca de la verdad, la credibilidad y la confianza.