Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
El sábado pasado acabamos de publicar las listas de excusas y reemplazantes de los vocales de mesa que no podrán asistir y los que actuarán en su reemplazo, designados por las correspondientes Juntas Electorales de las circunscripciones de votación.
Los que quedaron definitivamente como vocales de mesa, arriesgan una multa de $ 470.000 si no se presentan el domingo 4 de septiembre a su respectiva mesa. La legislación es bien clara y fija la designación como una obligación ciudadana, disponiendo de los mecanismos para denunciar en el Juzgado de Policía Local a los que no asistan. Y la multa es similar a un sueldo mínimo.
Pero como ya lo hemos dicho, también hay un combate contra la famosa abstención, ganadora absoluta de todas las últimas elecciones, donde ella se lleva el 60% de las opciones de voto.
Sabiendo que la votación es obligatoria para este Plebiscito de Salida, los que se hagan los aburridos o no tengan ganas de ir a votar, deberán atenerse a la infracción que les cursará el Servel en el Juzgado de Policía Local de su comuna. Los valores de las multas van entre $ 30.000 y $180.000 y mientras más sean los que no concurran a votar, más ganas tendrán los municipios de cobrar esas sumas, ya que todos esos dineros -en su totalidad- pasan a formar parte de los fondos de la municipalidad. Por ejemplo, dejando las multas a un promedio de cien mil pesos, bastaría que en una comuna dos mil personas no vayan a votar para que el municipio pueda recibir 200 millones de pesos. Tentador ejercicio para los que administran las siempre necesitadas arcas comunales.
La intención de los parlamentarios de fijar el voto como obligatorio es aumentar la participación, que ha estado muy floja en las últimas décadas.
Digamos que tenemos un padrón electoral de 15 millones de ciudadanos debidamente inscritos para votar. La elección con más votos fue la segunda vuelta presidencial entre los extremos políticos: Boric y Kast. Votaron cerca de ocho millones trescientos mil chilenos. Y eso pasó porque la elección estaba muy polarizada, igual que ahora, donde hay claramente dos mitades que se oponen. Pero lo normal era que votara la mitad de los inscritos, dejando en claro que hay una mitad del país al que no le importa participar en los destinos de su patria.
El Plebiscito tiene inquieto a todo Chile, por lo tanto, tendremos nuevamente un alza en la cantidad de votantes y una disminución en las abstenciones.
¿Cuántos iremos a votar el 4 de septiembre?
La pregunta es muy importante porque si van muchos más jóvenes que viejos (con respeto) es posible que sumen votos al Apruebo, pero si van los mayores de 60 a votar y en masa, darán un resultado positivo al Rechazo. Nadie puede saber a ciencia cierta cuál será el comportamiento de los votantes, aunque las encuestas dejan hoy de ganador al Rechazo.
Sin embargo, hay más interés, se juegan más cosas importantes con esto de la propuesta constitucional y se ha visto la elección como una decisión que podría marcar el futuro del país para las próximas décadas.
La totalidad de los analistas estima que superaremos los 8,3 millones de la segunda vuelta. ¿Pero hasta dónde podremos llegar? Hay quienes hablan de 9,5 y 10 millones, lo que sería un verdadero récord. Incluso podríamos andar cerca de los 11 millones. Pero nada está escrito.
En todo caso, sea como sea, vaya a votar. Esta vez más que nunca, no da lo mismo. Vaya a votar. Haga esa rayita vertical que puede salvar o condenar a Chile, depende del lugar desde donde Usted lo mire.
Pero no menos que eso: salvar o condenar. Esta vez no hay términos medios.
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