Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Estamos viviendo una intensa sensación de incertidumbre, que cada día abre nuevos frentes y preocupaciones.
Basta con ir al supermercado para darse cuenta que hay inflación, menos mercaderías y una sostenida alza en los precios. No es que subió un producto una vez, sino que ha vuelto a tener alzas, típicamente de una economía inestable. Y digo supermercado porque ahí es donde mejor se notan las complejidades del índice de la vida.
No hablemos de la bencina y el petróleo, que van marcando un alza en todos los movimientos, ya sea transporte de pasajeros o carga de productos, recargando los precios de cada cosa que ha debido ser trasladada de un punto a otro.
El dólar ya parece un chiste. Es como un ascensor en mal estado. Sube, se queda arriba por un rato, baja, vuelve a subir, y a su paso va complicando al peso chileno y afectando a la economía en su conjunto.
Las tasas de los créditos también subieron, dificultando la adquisición de viviendas y revalorizando los arriendos, lo cual también es un elemento que afecta decididamente los presupuestos familiares.
Hay una paralización en las inversiones, fuga de capitales al extranjero y temor por comenzar emprendimientos en momentos inciertos.
Las últimas novedades de Fonasa, que parecen buenas pero que trasladan a más personas a las largas y crueles listas de espera. No se pueden hacer anuncios que no tienen base en la realidad, entendiendo que esa realidad es que el sistema público no funciona. Precisemos: no funciona para atender la demanda que tiene hoy día, a pesar del maravilloso esfuerzo de todos los que trabajan en salud en Chile. Por lo tanto, menos funcionará con la demanda que le quieren cargar.
La delincuencia y la violencia desatada por falta de control policial, por ausencia de una legislación que los respalde y por un gobierno indeciso, han transformado las calles y la seguridad en una pesadilla constante, que unida a los cada vez más abundantes narcos, hace más grande la incertidumbre.
El que estemos a poco más de un mes de un plebiscito para definir una Constitución, que es un texto que regula a un país por 40 o 50 años, es otra situación grave de incertidumbre porque se trata de un texto que ya tiene dividido al país en dos, que no reúne, sino separa, que no nos lleva a la paz que queremos para vivir mejor, sino a un enfrentamiento entre dos bloques que tienen similar tamaño. Por lo tanto, la Constitución que estamos por votar el domingo 4 de septiembre, es sin lugar a dudas, el elemento de mayor incertidumbre y el mayor conflicto que se nos presenta. Nos piden leer un largo texto, tratar de entender conceptos complejos, asumir que lo que se escribió podrá ser realidad, aunque sabemos que la mayoría de las indicaciones requiere una ley en el Congreso para su funcionamiento… y el Congreso también está dividido en dos.
Creo que la mayoría de los chilenos lo que queremos es vivir en paz, tener un gobierno que sin contradicciones nos lleve por la senda del progreso, que nos ayude a tener una sensación de tranquilidad y no de incertidumbre, que no estemos viviendo experimentos peligrosos sino certezas de un mañana mejor.
Porque esas cosas no están funcionando es que sentimos que hay una creciente incertidumbre que no se aleja de cada familia, que ve con preocupación que seguimos navegando en aguas turbulentas.
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