Hace unos días se dieron a conocer los resultados del Centro de Estudios Públicos (CEP), de la Encuesta de Opinión Pública N°80, correspondiente a los meses julio – agosto de 2017. En ellos se da cuenta de que la Presidenta Michelle Bachelet -después de un periodo con los números de aprobación más bajos dentro de una presidencia- mejoró sus índices y alcanzó un 21%, es decir; tres puntos en comparación a la medición anterior. Por otra parte, en la carrera presidencial, el candidato Sebastián Piñera sigue liderando con un 39,8% en voto probable de primera vuelta, seguido de Beatriz Sánchez y posteriormente de Alejandro Guillier.
Las encuestas de opinión pública se han posicionado en las sociedades modernas como una técnica de investigación social y se han convertido en indispensables para vislumbrar y orientar las decisiones políticas, incluso las de los votantes.
como votantes hay que ser prudentes a la hora de tomar una decisión en base a estos resultados”.
Estos resultados traen reacciones, crean realidades y matizan el panorama político que por estos tiempos está tan fragmentado. Pero la verdad es que existe una sobrevaloración de dicho instrumento. En la última CEP, se consideró la opinión de mil 419 personas mayores de 18 años, quienes representaron a los 13 millones 531 mil 553 chilenos habilitados para sufragar. La verdad, a mí nunca se me ha consultado mi preferencia, y seguramente a usted, que me lee, tampoco, por cuanto pertenecemos al 99,989% de chilenos no encuestados. Tampoco me consta que, quienes contestaron sean los mismos que van a votar. Sin embargo, dicen representarnos, y al igual que Adimark y Casen, crean realidades en medio del extendido sentimiento de desconfianza instalado hacia la política, los políticos profesionales o vitalicios y los partidos políticos.
Con ello no digo que los resultados sean lo contrario, pero la representatividad es muy baja; su capacidad predictiva, la sensación y atmósfera construyen realidades; e incluso, una sugerencia para quienes aún no tienen definida su decisión y no quieran ir de perdedor. Hasta ahora, al menos, es una buena técnica para insinuar adhesiones colectivas, pero como votantes hay que ser prudentes a la hora de tomar una decisión en base a estos resultados.
