Por Roberto Silva Bijit
Fundador “Diario El Observador”
Generalmente a las reuniones del Concejo Municipal no va casi nadie. En la mayoría de los municipios vemos al alcalde o alcaldesa, el grupo de concejales y unos pocos funcionarios dando vueltas. Como se transmiten por Zoom, nosotros como “El Observador”, muchas veces somos los únicos asistentes. Siempre los estamos observando porque estamos convencidos de que en esas reuniones se traza buena parte del desarrollo de nuestras ciudades.
Ya sabemos que el alcalde es una figura central, que tiene más poder y puede tomar más iniciativas que los concejales, que administra el presupuesto y le otorga a la comuna un rumbo.
Los concejales tienen una función de control desde el punto de vista legal, pero, por sobre todo, participan con su respaldo en las acciones que emprende el municipio. Por eso, lo más común es ver un Concejo Municipal ordenado, con la camiseta de la ciudad bien puesta, votando casi por unanimidad la mayoría de las propuestas… hasta que llegan las elecciones. Ahí se acaba la amistad y las sonrisitas y comienzan las patadas por debajo de la mesa.
Muchos alcaldes se encariñan con el cargo y quieren volver en cada elección, aunque salgan derrotados, pero igual quieren -de esa extraña forma- tratar de demostrar que aman a su comuna. Lo mismo pasa con concejales, pero en menor medida.
Las próximas elecciones de alcaldes y concejales se realizarán el domingo 27 de octubre del 2024. También se elegirán en esa elección con voto obligatorio a los gobernadores regionales y a los consejeros regionales. Una votación cuádruple que ya partió. Hay candidatos para todos los cargos en cada una de las 345 comunas de Chile y en cada una de las regiones donde funciona el gobierno regional.
Pero volvamos a nuestros municipios. A un año de la elección, ya las sesiones de concejo no son tan tranquilas. Han comenzado los rechazos, las divisiones, las discusiones y hasta las zancadillas, es que ahora los alcaldes y los concejales pasan a ser candidatos y eso significa que piensan sólo en ellos, en sus opciones de triunfo, en el financiamiento de sus campañas, en si tendrán apoyos de sus partidos y de los electores.
Así es nuestra mediocre vida política. Por eso, mientras unos anuncian candidaturas o reelecciones, otros tratan de acusarlos públicamente de lo que sea, con tal de hacerle daño al enemigo, (aquí no hay adversarios) con tal de tratar de desprestigiarlo, aunque después no se pruebe nada en contra del denunciado. Ese mundillo indecente es el que viven muchas ciudades antes de cada elección.
Y los cálculos de los políticos son un paquete mayor, porque el domingo 23 de noviembre del año 2025 serán las elecciones presidenciales para el período 2026-2030. Además de las elecciones de diputados y senadores.
Entonces, cuando un candidato a alcalde comienza a sacar cuentas, busca con quiénes puede juntarse y piensa en concejales, consejeros regionales, diputados, senadores y hasta en el candidato presidencial. Todos se necesitan. Todos buscan los votos de sus adherentes. Y se producen esas redes políticas que van desde la comuna hasta la capital, pasando por cada región. Una red de gente que espera también alguna recompensa, un trabajito para un familiar, un pituto para seguir apoyando al elegido, en fin, algunas oportunidades en el mundo del poder político.
Lamentablemente, así está diseñada nuestra vida política, sin educación cívica en los liceos y escuelas, sin la voluntad de querer mejorar la calidad de la política y de los políticos. Esa gran tarea sigue esperando a un país que está dividido y desgastado por las ambiciones personales de algunos candidatos.
Imagen Redes Sociales