Las últimas semanas, dos hechos policiales conmocionaron a toda la zona. Primero, el baleo del pequeño Isaías, de tres años, quien quedó grave por un balazo en su cuello, mientras jugaba en su jardín infantil en Limache. Solo días después ocurrió el crimen de la joven madre de dos niños Hilda Arredondo Caballero, de 27 años, cuando un desadaptado arremetió a tiros contra una casa vecina y una bala ingresó a la habitación donde ella dormía junto a su familia, impactándola en el tórax.
Se habló entonces de “balas locas”, un cliché periodístico que se refiere a disparos sin un origen, autor o trayectoria conocidos. Pero las “balas locas” no existen. Alguien percutió los disparos que alcanzaron a Isaías e Hilda. Sujetos que -preliminarmente- la policía logró identificar y en el caso de Quillota, hay un detenido en prisión preventiva, un “choro” pistolero, casi de la misma edad que su víctima inocente, que quedó en prisión preventiva. En Limache, en tanto, no se logró vincular al detenido con el disparo a Isaías y finalmente quedó libre.
Estos dos hechos se dan en sectores donde el Gobierno ya ha intervenido socialmente a través del programa “Quiero Mi Barrio”. El jardín de Limache se ubica junto a la Villa Queronque, donde el 2007 se constituyó un Consejo Vecinal de Desarrollo y el Ministerio de Vivienda efectuó importantes obras de adelanto, proyectos para fortalecer el tejido social y un intenso trabajo en el ámbito cultural.
El baleo de Quillota fue en la Población El Esfuerzo, uno de los varios sectores que abarca hoy el Quiero Mi Barrio “Cerro Mayaca Bajo”, donde también se han invertido millonarios recursos para recuperar el entorno y mejorar la calidad de vida de las personas, de la mano de una dirigencia vecinal activa y participativa.
Porque no es un problema de barrio, sino de personas puntuales, por lo que se requiere identificarlos, seguirlos, “reventar” sus casas, detenerlos, recopilar pruebas, llevarlos a juicio y que queden tras las rejas”.
Lamentablemente, en medio de tanta gente de esfuerzo, que se gana el pan honradamente, existen unos cuantos lunares enquistados. Sujetos de mal vivir, vida fácil, mecha corta, reacción violenta, con poder de fuego y gatillo fácil. En algunos casos, con prontuario policial y hasta vínculos con el tráfico de drogas. “Choros” que cada cierto tiempo salen de su escondite para malograr la vida de sus vecinos y romper la tranquilidad que tanto les ha costado construir.
No son muchos y considerando que la intervención social ya se ha hecho a través del “Quiero Mi Barrio”, pareciera que un trabajo coordinado de inteligencia entre el Ministerio del Interior, el Ministerio Público y las policías, perfectamente podría dar una solución. Porque no es un problema de barrio, sino de personas puntuales, por lo que se requiere identificarlos, seguirlos, “reventar” sus casas, detenerlos, recopilar pruebas, llevarlos a juicio y que queden tras las rejas. En ello sería de gran ayuda que los vecinos denuncien anónimamente, a través de los canales que establece la ley. Y en materia social, que los programas no decaigan una vez que concluye la intervención, sino que su funcionamiento se mantenga, ya sea desde los municipios o con otros organismos que tomen la posta.
La semana pasada, el subsecretario del Interior Mahmud Aleuy anunció la implementación en Limache y Quillota de un plan similar al utilizado en Viña del Mar y Valparaíso para terminar con las balaceras. No dio detalles, pero seguramente irá en la línea ya descrita. Ojalá resulte, para recuperar la tranquilidad y calidad de vida, tan características de nuestras ciudades, hoy extraviadas a manos de unos pocos antisociales. Queda la pena sí de que debió morir una madre y un pequeño resultó baleado para que -por fin- hubiera una reacción.