Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
En los otros aniversarios del 11 de Septiembre de 1973 siempre se discutía sobre la tragedia de la dictadura militar, pero no se analizaba el gobierno de la Unidad Popular. Se conmemoraban los aniversarios y se hablaba del 12 de septiembre en adelante.
La pregunta del millón, que muchos se están haciendo en estos días, es si la Unidad Popular fracasó como gobierno y dejó a Chile quebrantado judicialmente, dividido socialmente y en un caos político y económico, o lo que ocurrió fue que la derrotaron, es decir, perdió una batalla contra las Fuerzas Armadas o las presiones internacionales.
En mi opinión, habiendo estudiado el tema para la publicación del libro “Historia del 11 de Septiembre de 1973”, creo que fueron las dos cosas: un gran fracaso y una dura derrota.
Fue un fracaso porque la izquierda en Chile no estaba preparada para gobernar. En su cuarto intento como candidato presidencial, Allende logró ganar por unos pocos votos al candidato de la derecha, Jorge Alessandri. Todavía no existía la segunda vuelta que fijó la Constitución del 80. Salía Presidente de Chile el que tuviera un voto más que el otro. Allende ganó y gobernó con un tercio de los votos, con un tercio de la población a su favor y dos tercios en contra. Desde el primer día estuvo en minoría. Es más, al asumir el mando, Allende dijo que era Presidente solamente de los que votaron por él.
Durante sus tres años de gobierno las fuerzas de oposición estaban compuestas por el centro (DC) y la derecha (Partido Nacional, algo así como RN ahora), por lo tanto, solo tenía para gobernar el tercio de la izquierda. Nadie puede gobernar con esa minoría. Trató de hacer grandes cambios sacando las castañas con la mano del gato y puso de nuevo en funcionamiento los resquicios legales, desatando una ola incontrolable de tomas en el campo y las industrias. Resultado: 600% de inflación, escasez de alimentos y largas colas para comprarlos mediante un sistema de tarjetas fiscales organizadas por las Juntas de Abastecimiento Popular (JAP).
El país estaba desordenado y Allende perdió el respaldo hasta de los partidos políticos que gobernaban con él. Todo se le hizo muy difícil. El 29 de junio de 1973, con la salida de los tanques a la calle, dijo por radio que, si “llega la hora, armas tendrá el pueblo” y con eso desató a los golpistas, tanto de derecha como de izquierda. El Mapu y el MIR anunciaron acciones al interior de los cuarteles para subvertir a los suboficiales y soldados. Las Fuerzas Armadas comenzaron el mismo 30 de junio a complotar porque se dieron cuenta que el país avanzaba a un callejón sin salida. Lo que vino después fue un camino hacia el golpe con declaraciones del Poder Judicial y de la Cámara de Diputados, dando luz verde a la acción militar.
No creo que el suicidio del Presidente Allende, defendiendo el palacio de La Moneda que los golpistas bombardeaban, pueda ser juzgado tan fácilmente por la historia. Ningún suicidio debiera ser juzgado en relación con la intención que tuvo el suicidado, aunque todos los suicidas tratan de culpar a los que nos quedamos. ¿Qué hicimos mal para que se quitara la vida? En el caso de Allende, que ya lo había anunciado, no estaba disponible para nada: ni que lo detuvieran, ni que lo encarcelaran, ni que le pusieran un avión para salir del país.
También creo que fue una derrota, no solo de Allende y la Unidad Popular, sino de todos los partidos políticos, que nunca se pusieron de acuerdo, generando una ingobernabilidad que terminó en la desgracia de la dictadura. Una derrota política de proporciones que los políticos chilenos -salvo raras excepciones- no están disponibles para aceptar.
Como quiera que haya sido, no puede seguir siendo el 11 de Septiembre un día para reavivar odios y seguir ahondando la polarización y división en Chile después de 50 años. Es hora de mirar al futuro, de abrir nuevos diálogos y consensos para avanzar buscando lo mejor para TODO Chile, no para una parte de Chile.
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