Arturo Moya Grau fue un gran actor, guionista y dramaturgo chileno, considerado como “el padre de las teleseries”, con grandes guiones en su haber que marcaron época en Chile y el extranjero, sin embargo, ni la mente maestra de Moya Grau pudo soñar un guión tan enrevesado y lleno de giros como lo que actualmente está pasando en el Concejo Municipal de La Calera.
Cuando asumió la actual alcaldesa, Trinidad Rojo, todo era miel sobre hojuelas. Las risas, paz y camaradería reinaban en cada sesión del cuerpo colegiado, incluso se pudo ver un fraterno acercamiento entre las dos mujeres del grupo, la propia alcaldesa, militante de Renovación Nacional y Cinthy Miskulini la concejala representante del Partido Comunista, una alianza casi imposible en un contexto político global, lo que hacía vislumbrar un futuro esplendoroso para los caleranos.
Debe ser difícil gobernar con ojos en la espalda, ya que eso es lo que debe hacer la alcaldesa para trabajar tranquila, en más de una oportunidad ha sido traicionada por alguien de su círculo más cercano”.
Sin embargo, como buena teleserie, la paz no duraría para siempre, y cuando aún restan varios meses para completar el primer año de mandato de la nueva alcaldesa, el panorama es completamente distinto. Su otrora aliada comunista se alza como una de sus principales detractoras, luego del impasse sufrido a causa de una millonaria licitación “hecha a la medida” de una empresa en particular.
Pero no es mi idea adentrarme en la supuesta irregularidad de esta licitación, sino chismosear sobre la paz rota entre las autoridades caleranas y no sólo entre enemigos naturales como los ya mencionados, sino en el mismo equipo de la alcaldesa.
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Debe ser difícil gobernar con ojos en la espalda, ya que eso es lo que debe hacer la alcaldesa para trabajar tranquila, en más de una oportunidad ha sido traicionada por alguien de su círculo más cercano, documentos filtrados y hasta una vergonzosa grabación en la que la primera autoridad denosta hasta a los concejales de su propia colectividad.
Han rodado cabezas de algunos de sus más cercanos colaboradores, sin embargo, nadie sabe si los eliminados fueron los correctos y las fugas de información terminaron ahí.
Por el bien de la comuna es de esperar que la teleserie haya terminado, que la alcaldesa pueda gobernar y los concejales puedan seguir fiscalizando -con tanta o más fuerza- una administración que lamentablemente no ha sabido aprovechar el capital político y humano de la alcaldesa como férrea trabajadora comunitaria, y que desde fuera parece ser controlada por las bases de un partido con sede en Santiago y que poco tiene que ver con la ciudad más cariñosa de la región.