Roberto Silva Bijit
Son tantas las veces que hemos escrito que Quillota siempre está vinculada a cosas increíbles, a sucesos impensados, pero que finalmente ocurren. Hay gente que ya casi se ríe de la cantidad de coincidencias o acontecimientos vinculados a la antigua ciudad.
Al final de la última carta que Prat le escribió a su esposa quillotana dice “no te olvides de cobrar el arriendo de Quillota”. Al Primer Ministro Diego Portales le advirtieron que no viniera a Quillota porque se presagiaba peligro, pero vino y lo apresaron en plena Plaza de Armas de la ciudad, para después asesinarlo. Manuel Rodríguez estaba detenido en Santiago y lo mandaron a Quillota, pero en la mitad del camino lo mataron de un balazo traidor en la espalda. Diego de Almagro descubriendo Chile llega hasta Quillota y ahí se instala para dejarlo como el lugar desde donde salían a realizar recorridos de reconocimiento por la zona. El científico Charles Darwin duerme en Quillota para al día siguiente ascender a La Campana y seguir pensando en la evolución de las especies.
Todas esas cosas y cientos de casos más, pasan en torno a Quillota, que pareciera que se le cruza en el camino a algunas personas.
Así por lo menos, le pasó al ministro de Relaciones Exteriores, el escritor Roberto Ampuero Espinoza, que el jueves, poco antes de las 12, es decir, con apenas una hora de anticipación, recibió el llamado del Presidente Piñera que le comunicaba que dejaba de ser ministro. Fue una conversación en paz, como si ambos supieran de antes que sobre este tema tenían que conversar. Piñera le agradeció, Ampuero le dijo que todo bien. Piñera le preguntó que si quería irse de embajador a España y Ampuero le dijo que lo más probable era que sí. Un saludo de despedida y a las 12:55 ya comenzaba la televisión a mostrar el discurso que precedió al cambio de ministros.
Todo eso había comenzado en Quillota, donde por primera vez, Presidente y Ministro tuvieron un desencuentro. También era primera vez que un Presidente realizaba una sesión de gabinete fuera de la capital y lo hizo en Quillota, en el Regimiento Granaderos.
En esa ocasión, el ministro Roberto Ampuero consideró que su Presidente no le había avisado a tiempo que la delegación del Ministerio de Relaciones Exteriores no viajaría a firmar el Pacto de Marrakech sobre migraciones, tema que el propio ministro ya había advertido como un texto inconveniente para los intereses de Chile. Piñera le reclama que lo haya reprochado sobre el tema. Siempre en Quillota. Interviene el subsecretario del Interior y a Ampuero le gusta menos el tema. Siempre en Quillota. Finalmente, el escritor-ministro le dice al Presidente que le resultaba poco apropiado todo esto que estaba ocurriendo.
En otras palabras, como ya se ha dicho, el Ministro no solamente no pertenece a un partido político que lo acompañe, sino que además es visto como un “doble espía”, ya que en su exilio y juventud perteneció al Partido Comunista y después en rechazo a la dictadura de Cuba, se volvió más al centro. Por eso Piñera en su primer gobierno lo nombra embajador de Chile en México.
Se ha casado dos veces, nació en Valparaíso donde estudió en el Colegio Alemán, después se fue a Alemania Oriental y de allí a Cuba. Regresó a Chile en 1993 y en 1997 se va a vivir tres años a Suecia. Después y hasta la actualidad, ha sido profesor de literatura de la Universidad de Iowa en Estados Unidos. Tiene una casa en Olmué y en algún momento pensó traer a sus hijos a estudiar a Quillota.
Tiene una gran obra literaria, en la que destaca su personaje detectivesco Cayetano Brulé, y por supuesto su libro más erótico “Los Amantes de Estocolmo”, cuyos personajes se grabaron haciendo el amor una noche y al día siguiente, el diskette se lo regalaron a una persona que no conocían, momentos antes de tomar el avión en el aeropuerto. Inolvidable la profunda crítica a la revolución cubana de “Mis años verde oliva”.
Perdimos al ministro bien evaluado por la gente, pero volveremos a rescatar al escritor muy leído en todo el mundo.