Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
No hay nadie que no reclame de la crítica situación económica que vive el país. Desde todos los sectores se escuchan voces para quejarse porque sigue avanzando el deterioro y no se ve ninguna solución.
En nuestra zona hay varias constructoras quebradas, con obras paralizadas, con gente cesante y sin anuncios de reactivación. Los materiales de construcción en las nubes. En el campo muchos problemas, además de la ya compleja falta de agua. Los pequeños emprendedores sufriendo pagos atrasados, altos precios en la materia prima y dificultades en la comercialización. Las nuevas tecnologías han dejado a muchos heridos en el camino.
Si bien hablan de haber disminuido la inflación, para nadie es un misterio que todo está más caro, partiendo por el mismo kilo de pan, insustituible en cada hogar chileno. El supermercado con alzas cercanas a un 30% respecto de hace unos meses.
La UF sigue subiendo, disminuyendo sueldos que se ven obligados a pagar cuotas en una moneda distinta con las que les pagan el sueldo. Gana en pesos y paga en UF. El peso no se mueve y la UF sube todos los días, es como los intereses de los bancos, no descansan ni los domingos.
Ni hablar de querer comprar una casa porque el crédito bancario se ha puesto difícil de conseguir y difícil de pagar. Por lo tanto, han subido los arriendos, produciendo otro impacto en la economía particular de muchos pequeños empresarios o familias que deben vivir en una vivienda arrendada. Del déficit de casas es mejor ni hablar, basta con mirar la cantidad de mediaguas construidas a la orilla del camino Troncal para comprender la magnitud de la tragedia de los sin casa, el dolor de esas familias que viven hacinadas sin que se les pueda ofrecer una solución.
La dependencia de nuestra economía del valor del dólar también ha causado estragos, porque con las alzas que ha tenido ha ido generando precios cada vez más altos en muchos productos importados o fabricados con materias primas importadas.
Venimos asistiendo a un estancamiento económico desde hace más de una década, sin que los políticos, ocupados de tantas otras cosas, asuman que el despegue de nuestra economía es la piedra angular en que descansa la tranquilidad de millones de familias.
Viven preocupados de la creciente inseguridad, de la nueva Constitución, de los robos escandalosos en las fundaciones, del probable término de las isapres, de la falta de una reforma verdadera al sistema de pensiones, de la reactivación educacional. Viven tratando de ponerse de acuerdo, pero no lo consiguen, por el contrario, parece que aumentaran sus diferencias políticas, es decir, sus caminos no son para sacar a Chile de la crisis, sino para hacerse de los mejores caminos para llegar al poder y administrar el dinero que los chilenos pagamos en impuestos.
Habrá que abrir muy bien en los ojos en la próxima elección porque el problema sigue siendo los políticos, que enfocan mal, que no interpretan el sentir de la gente, la voz de las mayorías, que hoy piden a gritos ordenar la economía, buscar opciones de reactivación, asegurar confianzas y atraer inversionistas. El país languidece porque los señores políticos están preocupados de tantas cosas que no ven la principal.
Esperemos que asuman pronto un papel protagónico para llevar la economía del país al servicio de la gente, de las familias de clase media, que representan los dos tercios de la población, para asegurar también la tranquilidad de tantas personas que hoy se sienten en un callejón sin salida.
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