Por Roberto Silva Bijit, fundador de El Observador
El anuncio del gobierno sobre la construcción de un tren más o menos rápido a Santiago, es una muy buena noticia, porque la decisión significa mantener el trazado que se hizo hace cerca de 170 años, uniendo el puerto de Valparaíso con la capital, Santiago, pero abriendo espacios para la fundación de nuevas ciudades.
Quillota y La Calera ya estaban instaladas como lugares de desarrollo. Cuando trazaron la línea del tren tuvieron que pasar por esas dos ciudades, pero hubo otras que fueron hijas del ferrocarril, como por ejemplo, Viña del Mar. La nueva ruta no llegó hasta Limache, pero el tren es tan importante, que a la orilla de los rieles se fundó San Francisco de Limache, por eso hablan de dos pueblos, porque el tren le dio la espalda a uno e hizo nacer a otro.
Los plazos del gobierno para provincias siempre son más largos. Tendremos que esperar hasta el 2028 para la extensión del metrotren desde Limache a San Pedro, Quillota, La Cruz y La Calera. Y hasta el 2030 para el tren rápido a la capital. Si estuviéramos en Santiago, en tres años más estaría todo listo. Uno se descuida y ya hay una nueva línea del metro en Santiago. Si la Araucanía estuviera en Santiago, el problema ya estaría resuelto. Nos han querido acostumbrar a este centralismo absurdo, que impide el desarrollo armónico de Chile.
Pero esta vez el gobierno no le siguió el juego a Santiago, que quería un tren muy rápido (45 minutos) que uniera la capital con Quilicura, Curacaví y Casablanca, para llegar a Valparaíso. Se quedaron con la ruta que existe que, sin duda, tendrá un costo menor y estará más cerca de lo posible.
Hay muchos que no le creen nada a este gobierno y a otros gobiernos, en materia de políticas ferroviarias, porque dicen que el Ejecutivo siempre las saca a relucir cuando tiene muchos problemas, como ahora con los indultos y otros temas que tienen un poco acorralado al gobierno de Boric.
Esperemos que las promesas se cumplan y que estos dos proyectos fundamentales para nuestro desarrollo se puedan cumplir: la extensión del tren a La Calera y la reordenación del tren rápido a Santiago. Tanto el movimiento de pasajeros como el de carga traerá progreso a nuestras comunas, nos permitirá mejores costos y mayor cercanía segura a puertos y ciudades del centro de nuestro país.
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Un problema: el tren no se detiene en Quillota, Quilpué y Villa Alemana, tampoco en La Cruz ni Peñablanca. No llega a Viña del Mar ni a Barón ni al puerto de Valparaíso. En todos esos lugares se pide que para conectar se utilice el metrotren.
En el fondo, hace un poco más largo el viaje. Se toma un metrotren y después se espera en esa estación el paso del tren rápido. Está todo bien explicado en la página 11 de la edición impresa de hoy viernes 13 de enero.
Todavía es posible que se produzcan modificaciones, porque recién entrarán a la etapa de estudios previos, por lo tanto, el tren podría detenerse en más lugares que los que ahora están señalados.
Lo importante es que el compromiso del gobierno se transforme en un compromiso de Estado y las obras puedan continuarse más allá de los mandatos presidenciales. Sería fatal que los grandes planes obedecieran al corto paso de cuatro años de un Presidente por La Moneda.
