La increíble historia de Soprole, el querido perrito del Colegio Apumanque de La Calera

Publicado el at 4:41 pm
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La increíble historia de Soprole, el querido perrito del Colegio Apumanque de La Calera

Acusado injustamente de un hecho que no cometió, el can -que era uno más del establecimiento- se vio obligado a dejar a los niños. Sin embargo, vivirá sus últimos años en una nueva casa.

LA CALERA.- Corría el año 2010 -aunque hay quienes dicen que fue el 2011- cuando llegó al Colegio Apumanque un pequeño y juguetón perrito de aproximadamente un año de vida.

Era de la calle y nadie supo cómo ingresó al establecimiento. Le gustaba jugar y se notaba que era feliz corriendo entre los niños del colegio, quienes le entregaron de inmediato mucho cariño.

Comenzó a ir todos los días, y aunque lo sacaban del recinto, él insistía y regresaba. Y era puntual, pues llegaba a las ocho de la mañana; y cuando sonaba el timbre que ponía fin a las clases, a las 17 horas, él se iba.

Los estudiantes comenzaron a llevarle comida y a darle mucho cariño, haciendo mucho más dichosa la vida del animal. Pero había un problema, ya que no tenía nombre.

Coincidió que en ese tiempo hubo un concurso de una conocida marca de lácteos, donde se debían juntar envases de yogurt y leche en caja. Entonces, los niños del Colegio Apumanque decidieron bautizarlo como Soprole.

Era uno más

El tiempo fue pasando y Soprole se ganó el cariño de todos, incluso de los profesores. Los alumnos lo vestían e ingresaba a las salas como oyente; y también participaba en los actos del establecimiento y en los desfiles como un alumno más.

Su integración no se limitaba a las clases de lunes a viernes, ya que los sábados también llegaba al colegio y participaba del taller de scout, acompañando a los niños y niñas a las caminatas por el cerro.

La increíble historia de Soprole, el querido perrito del Colegio Apumanque de La Calera
“Soprole” vivió durante casi 14 años en el Colegio Apumanque de La Calera, ganándose el cariño de toda la comunidad educativa, especialmente de los alumnos.

Así, casi sin darse cuenta, el querido perrito fue creciendo y asumiendo otras responsabilidades dentro del colegio calerano, ya que en la vida -incluso la de los perros-, no todo es jugar. Comenzó a llegar más temprano y acompañaba a los encargados de abrir las salas de clases. Era casi un inspector más.

Escapó de la muerte gracias al amor

Llegó la pandemia y el Colegio Apumanque debió cerrar sus puertas, por lo tanto Soprole debió buscar dónde quedarse. Así fue como llegó a vivir al Hospital de La Calera -frente al establecimiento-, específicamente a Urgencias.

Ahí era bien cuidado y alimentado. Y si no estaba ahí, muchas veces acompañaba a su amigo Colún -de malas pulgas, no como él- a un servicentro cercano al colegio.

Era tal el cariño que sentía por los alumnos que, durante esa época de cuarentena, muchas veces visitó las casas de algunos estudiantes que vivían cerca y participó incluso en la celebración de más de un cumpleaños, como un invitado más.

Los profesores y la dirección del colegio, en tres oportunidades, intentaron darlo en adopción, buscando una mejor vida para él. Fue llevado a Hijuelas, Artificio y La Calera, pero las tres veces huyó y nadie sabe cómo. Siempre llegaba de regreso al Colegio Apumanque, donde realmente se sentía feliz y en casa.

Al terminar la pandemia, y con el retorno de los niños a las clases presenciales, también regresó Soprole. Pero el paso de los años hizo su efecto en el querido perrito, quien ya estaba más cansado y menos juguetón que antes.

Un fin de semana largo de Fiesta Patrias, Soprole llegó malherido a las puertas del colegio. Había sido acuchillado. Toda la comunidad educativa se movilizó para ayudar a Soprole.

De esta forma, alumnos, padres, apoderados y profesores se unieron en una cruzada para hacer una colecta y así llevarlo a un veterinario, quien finalmente le salvó la vida.

Tras recuperarse, Soprole regresó y fue para quedarse. No se movió más del colegio y el Centro de Alumnos se preocupó de que tuviera sus vacunas al día. Además, tiene un veterinario de cabecera, una ex alumna del colegio, que lo conoce de cachorro.

Durante el periodo de vacaciones escolares todos se preocupaban por Soprole, por lo que se hacían colectas para pagar por su estadía en algunas casas donde lo alimentaban y cuidaban como se merecía.

Acusado injustamente de un crimen

Pero como en toda historia, hay momentos complicados y trágicos, y eso ocurrió hace aproximadamente un mes. A sus 14 años, fue acusado de un crimen que no cometió.

Una mañana, un perro desconocido ingresó al colegio calerano y, al parecer, intentó morder a algunos alumnos. Ese hecho gatilló que un apoderado denunciara la situación a la Superintendencia de Educación, acompañando la denuncia con la fotografía de Soprole (quizás por error).

Personeros de ese organismo llegaron al Colegio Apumanque con la fotografía del injustamente acusado y dieron la orden de que no podía seguir viviendo ahí.

La denuncia y su injusta acusación provocaron la inmediata reacción de los alumnos. El colegio calerano se revolucionó y las muestras de apoyo hacia Soprole, buscando revertir la decisión de la autoridad educativa, se multiplicaron en las redes sociales.

Hubo manifestaciones pacíficas en el colegio, donde los apenados alumnos -con pancartas y cantos- pedían justicia para el querido perrito. “Todos somos Soprole” y “Soprole no se va”, gritaban.

La increíble historia de Soprole, el querido perrito del Colegio Apumanque de La Calera
La injusta acusación en su contra que provocó su salida del establecimiento, por orden de la Superintendencia de Educación, generó que los alumnos se manifestaran en su apoyo.

Soprole tiene un nuevo hogar

El caso Soprole incluso fue debatido entre los profesores y la dirección del colegio, pero poco se pudo hacer. La orden de la Superintendencia era tajante. La preocupación se hizo presente y muchos se preguntaron qué pasaría con el famoso perro.

Existió la opción de construir un canil dentro del colegio para que Soprole estuviera encerrado hasta que los alumnos terminaran las clases, pero se desechó, ya que es un perro muy regalón y acostumbrado a compartir con todos libremente.

Eso obligó a buscar un hogar para que Soprole viva sus últimos años, rodeado del amor y cariño que un perro con sus cualidades necesita y merece. Esta historia, afortunadamente tiene un final feliz, ya que una apoderada propuso hacerse cargo y adoptar a Soprole.

El viernes 11 de mayo, el querido perro -que estuvo en la casa de una inspectora desde la infortunada acusación- fue a visitar el Colegio Apumanque por última vez, donde se despidió de los profesores y alumnos, recibiendo múltiples muestras de cariño e incluso juguetes para su nueva vida.

Al día siguiente, Soprole fue llevado a su nuevo hogar, en el sector de La Sombra, en Romeral, Hijuelas, donde ahora vivirá feliz rodeado de más amigos perrunos y del afecto y amor de niños, tal como él está acostumbrado desde pequeño.

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