Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Hace mucho tiempo que no se sentía un panorama tan confuso y alterado en nuestro país. Y lo dramático es que todo esté ocurriendo cinco días antes del plebiscito. Si hay incertidumbre ahora, habrá mucha más después de conocerse el estrecho resultado, que marcará a un Chile dividido en dos partes.
Nada de todo eso es bueno para el país. La polarización marcando un punto récord. El caso Llaitul, que para algunos es una operación política, tiene sumida a una región en el temor y la angustia y nadie sabe la fuerza que tomarán los atentados, ni hasta donde se agudizará el problema mapuche. Las víctimas seguirán sin soluciones. Los daños no serán reparados. La líder de la comunidad “Juan Paillalef”, Juana Calfunao, ha declarado que: “No reconozco la justicia chilena. Desde Biobío al sur es territorio de la nación mapuche”. O bien, las declaraciones que señalan que todos los árboles de Biobío a Puerto Montt pertenecen a los mapuches. Todo eso aumenta la inseguridad y la desconfianza de la gente.
Las estadísticas demuestran que cada día los delitos, especialmente los nuevos delitos cometidos por extranjeros, van en aumento. Se ha generado un descontrol en el cruce de la frontera y ello ha motivado una actuación más libre y segura de los delincuentes, que no tienen cómo ser identificados por las policías chilenas.
La droga y su penetración en todos los niveles de nuestra sociedad es seguramente el tema más preocupante, porque los narcotraficantes han alcanzado un tamaño importante, respaldados por una situación económica propia de millonarios, lo que les facilita abrir las puertas y seguir vendiendo droga en total impunidad. Hace muchísimos años que los narcos amenazan nuestra estabilidad, sin embargo, todavía no hay una acción concreta y permanente para enfrentarlos. Todos los casos de cinco disparos en las piernas, los de dos tiros en la cabeza, los balazos contra un vehículo o una casa, los sicarios, los secuestros expresos, son todos provenientes del tráfico de drogas.
El relajamiento general, mediante el cual cualquier persona le dice lo que quiere a la autoridad, ha conseguido el desgaste amenazante del número de Carabineros, la falta de respeto al Presidente de la República, jueces o parlamentarios, todos en un mismo saco injuriados en su cara, trajinados en redes sociales y hasta atacados en eventos. El numerito de la bandera en Valparaíso demostró lo profundo de la crisis que enfrentamos.
Es justamente en este país donde debemos votar este domingo para pronunciarnos sobre una extensa Constitución, repleta de promesas que requieren leyes para ser cumplidas, leyes que a su vez demorarán años en salir del Congreso, si es que alguna vez salen.
Nuestra incertidumbre no tiene nada de artificial, muy por el contrario, es una incertidumbre demasiado real, que alcanza con sus sombras a todos los sectores de nuestra sociedad.
La oportunidad de una Constitución bien hecha ya se perdió, ahora sobre lo que resultó se hacen conjeturas, que lo único que logran es agrandar la incertidumbre.
Mal momento para grandes definiciones.
Imagen Redes Sociales