Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Las paltas siguen siendo el producto estrella de nuestra agricultura. Son las que dan más trabajo, corresponde al fruto con más hectáreas plantadas en la zona, tienen una gran aceptación en el público y contribuyen a fortalecer nuestra economía con todo el movimiento que se produce en torno a ellas.
Con razón a las paltas las llaman “oro verde”.
Hemos vuelto a ver, como en tantas otras épocas, que el valor de la palta sube y los consumidores siguen comprándolas, porque tanto al desayuno como a la hora de onces, siguen siendo más convenientes que ningún otro producto para acompañar el pan. Somos tan buenos consumidores de paltas, que llegamos a 9 kilos por persona al año, y eso que el kilo ha andado merodeando los 5 mil pesos, incluso más arriba todavía. Pero nada se cambia por una buena palta.
Si miramos los cerros que nos rodean o los campos de toda la zona, vemos muchas paltas. Es que en verdad vivimos muy cerca de ellas, pero a veces no entendemos todo lo que pasa detrás, es decir, todo lo que debe ocurrir para que pueda llegar madura en su punto a nuestra mesa.
Las paltas se cosechan entre septiembre y marzo. En Chile en esta temporada se llegó a 155 mil toneladas, cerca de la mitad de esas paltas se exportan y la otra mitad la consumimos nosotros. El mayor productor de paltas del mundo es México, pero nuestros vecinos peruanos han logrado avances increíbles en sus campos. Hoy Perú produce cerca de 600 mil toneladas, es decir, cuatro veces lo que produce Chile. Las paltas peruanas entran al mercado chileno a fines de abril y por eso en nuestro país ya fueron cosechadas todas las paltas. Después se pondrá más difícil competir y es probable que el precio baje. Desde mayo a septiembre nuestro mercado estará colmado de paltas peruanas. Llegan cerca de 50 mil toneladas que nos encargamos de consumir. Eso permite que todo el año tengamos paltas Hass, aunque en algunos meses también se agregan la Negra de La Cruz, la Bacon y la Edranol, variedades que también tienen aceptación en el mercado interno.
En todo caso, las paltas chilenas son mucho más sabrosas, porque los productores nacionales manejan mejor el nivel de aceite, es decir, cosechan cuando el fruto está en el punto que corresponde, ya sea para viajar al extranjero o para quedarse en nuestros mercados. Que la palta no esté verde ni muy madura, que en el caso de algunas variedades no tenga hilachas, hace que la podamos disfrutar mejor.
Si bien en algunos sectores la violenta y sostenida sequía, producto del cambio climático, obligó a cortar miles de paltos, especialmente en la Provincia de Petorca, las plantaciones se fueron más al sur, buscando el agua que aquí está tan escasa.
Sin embargo, la producción de paltas ha debido soportar muchos ataques, tanto dentro del país como en el extranjero, acusada de un alto consumo de agua, de mal manejo de sus residuos, de malas relaciones con la comunidad, o violentada por los constantes y planificados robos en sus campos.
Se hace necesario darle sustentabilidad a las paltas y que la población entienda el valor de nuestro “oro verde”, para que pueda existir la necesaria armonización entre los productores, los consumidores y las gobernanzas locales.
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