Pese a que fueron instaladas allí en 1872, nunca estuvieron empotradas. Hoy la comunidad las recuperó, restauró y quiere preservarlas
SAN FELIPE.- La hermana Verónica Morandé Kurt fue una de las personas que acompañó en todo momento al padre Eugenio Duque, párroco en ese entonces de la Iglesia San Antonio de Padua, cuando las estatuas de dos ángeles que cuidaban el frontis del templo fueron robadas.
“Fue muy impactante e impresionante para todos, descubrir que las estatuas ya no estaban”, recuerda la hermana Verónica, sobre esa triste mañana del 6 de agosto del 2009, día que descubrió que los conocidos ángeles del siglo XVIII, habían desaparecido.
“A nadie se le ocurrió pensar que las estatuas estaban sobrepuestas”, se cuestiona ahora, a ocho años del insólito robo que fue repudiado por toda la comunidad sanfelipeña.
Tuvieron que pasar largos 7 años para recuperar las estatuas en abril de 2016. Fue una persona amiga de la comunidad religiosa que sabe mucho de arte, quien le contó al padre Eugenio que un anticuario de la comuna de Renca mantenía los dos ángeles.“Cuando vimos las fotos que sacó nuestro amigo, nosotros las identificamos al tiro a los ángeles por sus formas y por el tamaño, porque tienen tamaño natural, son como personas”, caracteriza la hermana Verónica a estas figuras que miden 1,60 metros de estatura.
Pero pese a que de inmediato hicieron la denuncia, ni la hermana Verónica ni el padre Eugenio quisieron saber detalles sobre el robo ni de cómo llegaron al anticuario santiaguino. Lo que si supieron después, es que los ángeles fueron finalmente “rescatados” de una casa, sin saber si era del dueño de la tienda de antigüedades o de otra persona.
Una vez que las estatuas de los ángeles fueron recuperadas y devueltas a la iglesia, éstas se restauraron, devolviéndoles su color original, un deseo profundo del padre Eugenio, quien esperaba que las figurabas quedaran tal cual habían sido instaladas por los padres franciscanos, en 1872.
Actualmente se encuentran resguardando el altar de la iglesia, una a cada lado, pero una inquietud de la comunidad es que puedan volver al frontis del templo, para lo cual se reunirán con el Consejo de Monumentos Nacionales. Claro que esta vez quedarán empotradas, guiados por el sentimiento de cumplir el deseo del padre Eugenio.
Para conocer la historia completa de uno de los robos de arte antigüo más importante de San Felipe, revisar edición impresa del viernes 20 de octubre diario El Observador de Aconcagua (Página 2)