Se desempeña como auxiliar sanitario y trabaja especialmente con adultos mayores, los más afectados por la pandemia
LA CALERA.- Cuando Juan Carlos Saldívar Astudillo habló con “El Observador” se disponía, en pocos minutos, a salir al balcón de su departamento a aplaudir y cantar. Es una práctica diaria, a las 20 horas, que se ha desarrollado en toda España, debido a las medidas de emergencia generadas por el Covid-19. La gente confinada en sus hogares por cuarenta y tres días (al momento de la conversación), se dan ánimo para seguir cumpliendo las rígidas normas para sobrevivir a la pandemia.
Juan Carlos tiene 53 años y, a la hora señalada, aplaude junto a su madre, su esposa, sus tres hijos y sus dos nietos desde la terraza del séptimo piso de un edificio donde vive en la ciudad de Tarragona, España. A ese país llegó en 2004 en busca de nuevas opciones de vida. “Soy -dice- de la Población Cemento Melón. Allí me crié, estudié en la escuela que ahora es el Liceo San José y trabajé, con Eduardo Molina, como subcontratista en transporte y salud para la empresa Cemento Melón”.
Partió con su esposa, Carolina Concha Astudillo, para tratar de iniciar un nuevo proyecto de vida. Dos años después pudo llevarse a su madre (Ana María) y a sus tres hijos (Josset, Byron y Edison). Es auxiliar sanitario y trabaja, especialmente con enfermos geriátricos y gente mayor. “Cuando apareció el Coronavirus en España nos llamaron a todos los que teníamos alguna especialidad en salud. Yo estuve 17 días seguidos encargándome de enfermos con síntomas de la gripe tipo A”.
SU LABOR EN SALUD
Cuando se iniciaron los contagios del Covid-19, Juan Carlos se dedicó a otra labor que desarrolla la salubridad en España. “Aquí -agrega- cuando una persona sale de una grave situación de salud, la sociedad se preocupa que se le siga asistiendo. Ahora tengo bajo mi responsabilidad, y cuidando en su domicilio, a una persona mayor que salió de un hospital. La idea es no colapsar el sistema de salud, pero tampoco abandonar a alguien a su suerte en su hogar”.
Pese a la estricta cuarentena que enfrentan los españoles, Juan Carlos puede salir diariamente. “Tengo la misma autorización que tienen las personas que trabajan en salud, farmacias, bomberos y policías”, cuenta. Deben salir con mascarillas y en los supermercados, locales de venta de alimentos (donde les dan guantes y alcohol gel) y farmacias deben mantener el distanciamiento social.
Dice que entre los españoles hay conciencia de lo que están viviendo. “Nadie saldría del confinamiento a pasear. Aquí hay una concepción distinta de lo que es vivir en sociedad. Tus derechos existen hasta que no afecten los de otros. También el Estado y otras instituciones aportan mucha ayuda social. He visto, en la televisión, que los chilenos no tienen ese nivel de responsabilidad social. Aquí se habló muchos de los que en Chile hasta usaron helicópteros para violar el confinamiento”.
RECUERDOS DE SU PAÍS
Mientras Juan Carlos habla, a través del sistema telefónico de WhatsApp, se escuchan los aplausos y las primeras frases de la canción “Resistiré”, un verdadero himno de la España que lucha por sobrevivir. “Es una manera de darnos fuerza juntos y, también, de apoyar desde nuestras casas a los trabajadores sanitarios que están exponiendo su vida por todos nosotros. Aparte de aplaudir y cantar la canción que yo conocía, desde cuando vivía en La Calera, en la versión del Dúo Dinámico, a veces se une la policía que llega al barrio y hace sonar sus sirenas”.
Se emociona y se le nota en las palabras. Va y viene desde el balcón. Toma unas fotografías de su madre y su esposa mientras aplauden y cantan. Son las 20 horas en Tarragona -cerca de Barcelona- y la primavera catalana se muestra fresca y amarilla en las fotografías que manda a “El Observador”. “Venimos saliendo del frío y vamos hacia el calor, que es la esperanza de todos acá. Yo pienso en Chile y lo complejo que puede llegar a ser asumir el virus en la época invernal. Me preocupa que tengan un precario sistema público de salud”.
“También me complica saber que, junto con la enfermedad, y las medidas que se deben tomar, va a haber mucha gente en problemas hasta para comer. Sé que el sistema de allá no permite mucha ayuda social. Yo recuerdo mi país, cuando me vine, donde tener dinero era como una obsesión. Me preocupa La Calera, el hacinamiento en la ciudad, la gente pobre y la que es mayor. Pero también creo que como es una ciudad de trabajo, sabrán apoyarse unos con otros y exigirse a cada uno cumplir con las medidas sanitarias que ordene la autoridad”.