Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Hace más de diez años, el ex presidente Patricio Aylwin declaró al diario “El País” de España que “Allende hizo un mal gobierno, que cayó por las debilidades de él y su gente”. Y peor todavía, agregó que “Allende terminó demostrando que no fue buen político, si lo hubiera sido no habría pasado lo que le pasó”.
Lamentables fueron sus declaraciones, pero nos sirven hoy en día para revisar las lecciones de la Historia. Se trata de declaraciones de un político que ya tenía más de medio de siglo de actividad en el mundo público. Toda persona sensata, que no pertenezca al mundo político, tiene absoluta claridad que fueron las debilidades de TODOS los políticos, la principal razón de la pérdida del control del gobierno de manos civiles, para que terminara pasando a manos militares (para que cambiáramos al agente del banco por el guardia del banco).
Fue la incapacidad de los políticos de todos los partidos, lo que los hizo perder la gobernabilidad del país. No tuvieron la inteligencia para ponerse de acuerdo. No tuvieron la habilidad para lograr acuerdos. Se quedaron jugando a sus papeles políticos de gobierno y oposición, mientras el país agonizaba, dividido, repleto de odios hasta en el interior de las familias, sin control económico y con todo tipo de atropellos a la legalidad.
La crisis del 73 es responsabilidad de todos los políticos. Aunque no les guste, esa es una verdad histórica, que el tiempo se ha encargado de seguir reafirmándola.
Especial responsabilidad tuvo Patricio Aylwin, al frente de un partido de centro, como la DC, cuya obligación era ayudar a ordenar la institucionalidad política para evitar el quiebre, que terminó dejando una herida imborrable en el alma de Chile.
Pinochet no fue un golpista como algunos lo quieren pintar, sino un militar de carrera que asumió frente a la crisis y que después, con todo el poder, se transformó en Emperador, Dictador, Matador, Acaparador de dólares y muchas otras cosas más, pero llegó al poder porque los políticos no fueron capaces de ponerse de acuerdo. Por políticos léase Allende, Altamirano, Aylwin, Durán, Frei, Alessandri y tantos otros más.
Resulta increíble que el ex jefe de la DC, que hizo un gran gobierno de transición, devolviéndole a Chile la paz necesaria después de 17 años de gobierno militar, se haya atrevido a descalificar a Allende, lavándose las manos ante la Historia.
Hasta la fecha, la única declaración pública asumiendo sus responsabilidades, las hizo Luis Guastavino, ex comunista, que al volver de su exilio en Europa, revisó su participación y la de todos los políticos en ese momento crucial del 73. Fue categórico al asumir la responsabilidad en el trágico desenlace y en reconocer que los políticos de todos los bandos pudieron haber cambiado los acontecimientos.
No es bueno para la salud política del país, los juicios atrasados y fuera de tiempo que hace más de una década emitió el ex Presidente de la República. Uno se hace la idea que tenía la obligación de medir sus palabras mucho más que un ciudadano común y corriente porque él fue uno de los responsables directos de todo lo que pasó el 73.
La Historia de Chile reciente merece también el respeto de sus protagonistas, para que el país sienta que no hemos vivido en vano, ni los dolores ni las alegrías del pasado.
Las divisiones actuales, las acusaciones constitucionales y la falta absoluta de acuerdos, incluso frente a los peligros de la creciente inseguridad, hace que esta reflexión sobre nuestros sucesos históricos tenga un gran valor y sea considerada como una lección todavía por aprender.