La forma en que un asesino derrota al Estado de Derecho en Chile

Publicado el at 14/06/2024
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

Tanto que repiten que hay que dejar que funcionen nuestras instituciones, sin embargo, muchas veces nuestras instituciones no solamente no funcionan, sino que nos causan daños irremediables.

Por ejemplo, el requete contra criminal Hugo Bustamante, se ríe a carcajadas en la cara de todos los chilenos. Se burla de la justicia y de los jueces, convencido que el sistema es blando, miope y porfiado. Le acaba de revelar a una periodista otro doble crimen.

En el año 2016 Bustamante quedó en libertad, después de haber cumplido 11 años de cárcel en vez de los 27 a los que había sido condenado. En el 2005 asesinó a su pareja, Verónica Vásquez y al hijo de ella, Eugenio Honorato, de solo nueve años. A los dos los metió adentro de un tambor y los enterró en el patio de la vivienda que arrendaba. Nunca demostró arrepentimiento, siempre repitió que tenía sangre fría y que no sentía nada después de haber causado esas muertes. Se atrevió a decirle a Carlos Pinto en un “Mea Culpa”: “Me arrepiento de haber arruinado mi vida”.

No escucharon a Carlos Pinto y después le impidieron que mostrara las debilidades del sistema en su reportaje sobre el maldito crimen de Ámbar en el 2020.

¿Por qué dejaron libre a Bustamante?

Nadie podrá entender la decisión que tomaron los ministros de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, que el año 2016 decidieron dejar en libertad condicional a 672 reos. Al día siguiente, ya se habían cometido una serie de robos y asaltos causados por estos presidiarios que estaban gozando de beneficios. Le dieron libertad al 90% de los postulantes. ¿No será como mucho?

Cuando su caso fue llevado a la Corte, para concederle la libertad condicional, Gendarmería entregó un informe contundente, que no merecía dudas. Solo bastaba con leerlo. (¿lo habrán leído?). Textualmente recomendaba no otorgarle la libertad por tratarse de una persona que es un peligro público para la sociedad. Y usaba la siguiente frase: “Pronóstico incierto” para referirse al futuro del reo estando en libertad.

No fue incierto. Volvió a matar. Repitió el patrón, mató a Ámbar que era la hija de su pareja. Pudo asesinar porque lo dejaron libre.

¿No se dieron cuenta que se trataba de un asesino peligroso? ¿Como jueces no lograron entender que se trataba de un hombre que había cometido un crimen horroroso y que nunca demostró arrepentimiento?

Tan peligroso era el tipo que cuando salió de la cárcel y volvió a vivir a la calle Covadonga en Villa Alemana, sus vecinos estaban aterrorizados, a tal punto, que hicieron un wasap para advertir los movimientos de Bustamante: “Salió a las 10 de la mañana. Viene llegando. Va con una mochila. Viene solo. No se vino por la calle, ingresó a su casa por la quebrada”.

¿Se dan cuenta señores jueces de la angustia de toda esa gente, que vivía en el mismo barrio del doble y ahora triple asesino?

El Sename, ahora irónicamente llamado “Mejor Niñez”, realizó varios procedimientos frente a las denuncias de la menor de edad Ámbar, sin embargo, nada hicieron para salvarla. Peor aún, los tribunales emitieron una orden para que ninguno de los dos padrastros que la niña había tenido (ambos abusaron sexualmente de ella) se pudieran acercar a la menor. La orden salió cuando la niña ya estaba asesinada, descuartizada y enterrada adentro de unos “culer”. Sobre el lugar del enterramiento en su propia casa, Bustamante puso tablas, a las cubrió de numerosas capas de cera, para impedir a los perros de la policía detectar el lugar donde estaba el cuerpo de la menor.

Ámbar representa la derrota del Estado de Derecho.

 

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