Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
La ola sostenida de robos al comercio de nuestra zona se ha hecho insoportable. Lejos de disminuir, continúan aumentando y produciendo daños que en muchos casos terminan con el emprendimiento.
Comunas como Quillota, La Cruz, La Calera, Quilpué, Villa Alemana, Limache, San Felipe, La Ligua y tantas otras, se han visto afectadas por todo tipo de actos delictuales: asaltos a los negocios y golpes a sus dependientes; robos durante la noche, descerrajando candados o ingresando por el techo; robos de celulares y maletines en el centro; espionaje a las personas que ingresan a un banco a retirar dinero para esperarlas a la salida; violencia desatada en sus acciones, niños y menores de edad comprometidos en muchos delitos, en fin, una pesadilla que no se acaba.
Carabineros sigue poniendo lo mejor de sus fuerzas, pero están un poco agotados, cansados, no ven resultados, los delincuentes quedan libres después de unas complejas y peligrosas detenciones. Hay menos carabineros porque después de todos los ataques a la institución que han permitido los últimos gobiernos, pocos muchachos quieren vestir el uniforme verde. Este tema es muy grave y se habla de cinco mil carabineros menos. Habrá que buscar incentivos (y respaldos a sus acciones) para que vuelvan a producirse ingresos a la institución.
“La culpa es nuestra -dice Mónica Briceño, integrante del Consejo de la Sociedad Civil en San Pedro- con la estupidez del 2019, los 30 pesos fue una tontería, desencadenó todo esto, antes un carabinero era lo más sagrado, nadie les faltaba el respeto, quebraste el poder y el país se fue a la cresta, ahora los extranjeros vienen porque nadie respeta a nadie”.
Lo que desespera a los comerciantes es que las reuniones sobre temas de seguridad con las autoridades son eso no más, reuniones, simples reuniones y en la mayoría de los casos inútiles reuniones. No ven resultados cuando dicen que hay más cámaras de televigilancia, no ven detenidos que vayan a la cárcel después de probarse sus delitos, no ven luz verde por ninguna parte. Para peor los ladrones se repiten, ya los conocen, ponen sus fotos en algunos locales, les saben sus nombres y sus apodos. En los wasap de los comerciantes se ve y lee con frecuencia: “Este es Mario, conocido como ‘El Gato’, hoy anda vestido así”. Y envían la foto del tipo con mochila y bolsos haciendo su tour de robos por el centro.
Los municipios han hecho importantes esfuerzos por tener equipos de seguridad ciudadana que apoyen a Carabineros, pero son eso no más, equipos de apoyo que no pueden detener y no tienen atribuciones para nada. ¿No sería hora que los congresistas aumenten sus capacidades?
Si la situación los desespera, la mayor desilusión que tienen es la increíble impunidad. A los delincuentes no les pasa nada y por eso los detienen y al día siguiente siguen robando. El presidente de la Cámara de Comercio de Quillota, Ricardo Ortiz, fue categórico: “Ni hablar de los fiscales y jueces, porque en la práctica es una pérdida de tiempo”. Y aquí se produce otro de los graves problemas: si los comerciantes no denuncian, los ladrones quedan libres por falta de antecedentes. Y así el círculo de la impunidad sigue funcionando y a ese tipo que los carabineros lo capturaron el martes, lo ven paseando el jueves frente al mismo negocio donde lo detuvieron. Muchos incluso burlándose.
El alcalde de La Calera, Johnny Piraino, explica que siempre falta mucho por hacer, debido al tamaño del problema: “Tenemos monitoreo, hemos aumentado los patrullajes preventivos, estamos mejorando las luminarias. Es un tema país, que todos los sufren, pero estamos trabajando en eso”. La situación es similar en los demás municipios, donde faltan vehículos, más personal, más recursos, y por supuesto, una nueva legislación que permite que los municipios puedan ayudar de verdad a combatir la delincuencia.
Siempre será bueno que haya reuniones y mesas de trabajo, pero lo importante es que contribuyan a disminuir los robos. Y eso no está pasando, al contrario.
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