En la vida muchas veces nos toca fundar. Fundar una empresa, fundar una familia, fundar un club. Hay quienes tuvieron la suerte de fundar una ciudad. Si bien todas las fundaciones tienen la fuerza del que las ejecuta, lo fundamental es la esperanza que se pone en el acto de fundar, que es asumir el inicio de algo.
Fundar una ciudad es por lo tanto, un gran acto de fe en un lugar, y eso es lo que hizo José de Santiago Concha y Salvatierra, el 11 de noviembre de 1717 cuando, acompañado de diversas autoridades nacionales, llegó hasta lo que decidieron que fuera el centro de la ciudad, es decir la plaza, y la midieron, formando las cuatro cuadras iniciales, en las que instalarían el Cabildo (municipalidad) la iglesia mayor (parroquia) y la cárcel. Con una cuerda fue medida y trazada la primera de las 35 manzanas que tuvo Quillota en su fundación.
El fundador había venido de Lima, para expulsar al anterior Gobernador acusado de contrabando con países enemigos de España, pero viendo la situación en que se encontraba el reino, decidió iniciar la política de fundaciones en Chile durante el siglo XVIII. Quillota fue la primera ciudad que se fundó. La idea que convenció al Rey de la fundación se basaba en la necesidad de aglutinar a la población en pequeñas urbes, donde pudieran tener seguridad, organización y vida ciudadana.
También se necesitaba una organización urbana de sus calles que nunca tuvimos. Además, por efectos quizá de ese mismo mal trazado, dejamos el cerro y el río a espaldas de la ciudad”.
Fundar Quillota fue la principal obra del Oidor de la Real Audiencia de Lima, que estuvo apenas nueve meses en nuestro territorio. Fundó Quillota medio apurado, para dar curso a muchas otras ciudades -más de 30- que se fundarían en las décadas siguientes. Por ese apuro Quillota no tiene avenidas, como las tuvo Copiapó, San Felipe o Los Andes, que demuestran una planificación urbana más completa que la de Quillota.
Como un designio de los tiempos, uno de los proyectos del alcalde Luis Mella corrige esta situación, devolviéndole a Quillota, por lo menos, una gran avenida Condell, que completará, después de dos siglos y medio, un trazado urbano que el fundador y sus asesores le negaron a Quillota en 1717.
No basta, como decían las Leyes de Indias, tener un cerro, un río y un valle plano para fundar una ciudad. También se necesitaba una organización urbana de sus calles que nunca tuvimos. Además, por efectos quizá de ese mismo mal trazado, dejamos el cerro y el río a espaldas de la ciudad.
Quillota, de igual forma, debe su nacimiento, a esa decisión rotunda de José de Santiago Concha, que no siguió postergando una decisión que mejoraba la vida en todo el Reino de Chile.
El viernes pasado la fiesta de celebración de los 300 años se inició en la plaza con carros alegóricos y mucha chaya, con una plaza repleta de alegría y continuó en el Estadio “Lucio Fariña Fernández”, donde hubo elección de reina, celebración con champagne a las 12 y unos maravillosos fuegos artificiales, que Establecimientos Seidemann le regalaron a la ciudad en su Tricentenario. Más de diez mil personas bailaron con “Chumbeque” y “Los Viking 5”, en una noche inolvidable.
El día 11 de noviembre, fecha exacta de los 300 años, la fiesta continuó con un Te Deum, una solemne sesión del Concejo Municipal en el bello auditorio del Centro Cultural “Leopoldo Silva Reynoard”, para seguir después con un almuerzo en el Campo Militar General Izurieta de San Isidro y concluir con un gran desfile en la plaza frente al monumento al Fundador.