Cecilia Barrera cuenta la historia de “Patito”, un animalito comunitario que fue atropellado por una micro
LA CALERA.- Cecilia Barrera Godoy es presidenta de la agrupación animalista Propatitas de La Calera hace tres años y hoy está feliz, porque con la ayuda de la comunidad pudieron revertir la suerte de un perrito que estaba destinado a la eutanasia.
La historia de “Patito” con esta agrupación comenzó el pasado 18 de febrero, cuando una micro lo atropelló en el sector de la plaza Cemento Melón.
El perrito -de una edad aproximada de cinco años- quedó en medio de la calzada y con graves lesiones en sus patas traseras.
“Un día sábado nos avisaron que estaba atropellado al frente de la plaza, él es un perrito comunitario del sector. Lo llevamos a la clínica pero estaba fracturado en sus dos extremidades traseras a nivel de ambos fémures, entonces todos nos aconsejaban que lo mejor era aplicarle la eutanasia, pero nosotros sabíamos que él tenía ganas de vivir porque al tomarlo jamás lloraba ni se quejaba. Por eso decidimos dar la batalla por él”, cuenta Cecilia.
De este modo, las voluntarias comenzaron a buscar recomendaciones de clínicas y médicos veterinarios especialistas en traumatología, pues las fracturas eran tan graves que se requería ayuda especializada.
De este modo llegaron a la clínica veterinaria Meneses de Viña del Mar, donde los atendió el doctor Francisco Vergara, quien les manifestó que el caso de “Patito” era un verdadero desafío quirúrgico. “Con todo este esfuerzo logramos que pudieran operarlo. Fueron dos operaciones que salieron 630 mil pesos. El doctor nos aportó un 30 por ciento de la operación y nosotros debíamos reunir el resto, pero aun así no había certeza de que pudiera volver a caminar”, recuerda la presidenta de la agrupación.
Pero las restricciones impuestas por la pandemia hacían imposible realizar alguna actividad con público para poder reunir esta cifra, además del dinero necesario para solventar los gastos post operatorios que “Patito” requería.
Sin embargo, nada iba a detener a estas fervientes amantes de los animales. “Comenzamos a conseguir insumos médicos por distintas partes y con eso pudimos rebajar un poco más la deuda. Por otra parte, a través de nuestra página en Facebook comenzamos a pedir ayuda a la gente y gracias a Dios, en solo tres días reunimos 300 mil pesos, que aportaron como 12 personas y también hicimos un plato único y la gente nos ayudó mucho también con eso”, relata emocionada, agregando que los trabajadores de una empresa cercana -y que prefieren quedar en el anonimato- también les hicieron un importante aporte de 280 mil pesos, que han servido para comprar la alimentación especial, medicamentos y vitaminas.
Pero la titánica lucha de “Patito” era para largo. Según la estimación del médico, recién en seis meses podría verse si el perrito volvería a caminar, luego que sus huesos -con la ayuda de los tornillos, ganchos y placas que le colocaron- pudieran soldar.
Pero, tal como cuenta Cecilia, las ganas de “Patito” pudieron más, pues en apenas dos meses comenzó a caminar, utilizando tres patitas. “Esto ha sido milagroso, porque vimos que podía caminar, así que ahora lo estamos llevando todas las semanas a Quilpué donde un fisiatra le hace terapias para fortalecerlo y también le estamos haciendo sesiones de masajes”.
Paralelamente, hace algunos días, se le tomó una nueva radiografía al animalito que reveló que aun mantiene una fractura sin sanar, “el doctor dice que hay que esperar porque dos meses aun es poco para que se recupere, mínimo hay que esperar seis meses, pero si no logra recuperarse se tendría que volver a operar, o en el peor de los casos amputarle la patita, pero con la fe que tenemos creo que saldrá adelante, por eso estamos haciendo todo lo que nos dice al doctor al pie de la letra”, asegura Cecilia.
Mientras se recupera, el perrito está en casa de Isabel, una colaboradora de la agrupación, quien con su hija Belén le dieron cobijo mientras se recupera y también, mientras se le encuentra un hogar definitivo, porque, como explica Cecilia, “Patito no volverá más a la calle”.
Mientras tanto, las voluntarias de Propatitas La Calera lo visitan todos los días, lo llevan a pasear en un coche y ven con asombro cómo este perrito se recupera cada día. Y si bien aun queda un saldo por pagar en la clínica de Viña del Mar, Cecilia confía en que, con la ayuda de la comunidad, se podrá saldar esa deuda y sacar adelante a este perrito luchador.
“Esto es un milagro, Patito iba directo a la eutanasia y contra todo pronóstico conseguimos seguir adelante con la ayuda de la comunidad, del doctor, de la clínica, y ahora verlo caminar es muy gratificante porque era casi imposible… estaba quebrado entero, pero él tenía muchas ganas de vivir”, concluye Cecilia, quien más que una voluntaria, junto a sus colaboradores es un ángel de la guarda para todas las “patitas” que vagan por las calles.