Éste es un fragmento del libro “Historia del 11 de Septiembre de 1973: antecedentes históricos, los sucesos del once y las consecuencias para Chile”, de Roberto Silva Bijit, Daniel Avendaño, Claudio Espejo y Miguel Núñez. En la página 214, correspondiente al capítulo 15, se rescata el testimonio de Luis Guastavino Córdova, fallecido esta mañana, sobre las responsabilidades que tuvo su propio sector en los hechos previos al golpe de Estado. Son palabras extraídas de una entrevista hecha por Raquel Correa en El Mercurio, titulada “Yo también soy responsable”, publicada el 3 de agosto de 2003, donde comparte un análisis político muy lúcido sobre los días previos al quiebre de la democracia. Aquí el fragmento completo rescatado en el libro.
Luis Guastavino: asume responsabilidades
Entre los primeros y más claros exponentes del período de la Unidad Popular, que asumen públicamente su responsabilidad, queremos destacar al profesor y ex parlamentario comunista, Luis Guastavino Córdova, que en una entrevista en agosto del 2003, expresa con convicción y profundidad su responsabilidad en el Once.
“El 11 de septiembre es una fecha precisa, donde ocurrió lo que ocurrió. No se puede resolver un correcto análisis de eso si no se piensa en el 10 de septiembre, en el 9 de septiembre, en el 6 de agosto, en el 6 de julio. Si se mide todo desde el 11 de septiembre del 73, se imposibilita el análisis responsable de quién dio, verdaderamente, el golpe.”
“Nosotros los chilenos dimos el golpe. Los sectores políticos, la irresponsabilidad con que llegamos a lo que se llegó. El gran problema fue propio del siglo XX. Una dicotomía en la cual la sociedad dejó de ser sociedad y se transformó en barricada. Allá los buenos, acá los malos, los progresistas, los reaccionarios, los derechistas, los izquierdistas. Una dicotomía que va contra la inteligencia. Y en eso caímos muchos. Yo caí ¡40 años de mi vida!”
“Yo me siento profundamente responsable del golpe. Y espero que mi reflexión contribuya a juntar a la sociedad hoy día, dentro de un respeto que en esa época no existió. Ahora, ¿qué pasó el 11 de septiembre para adelante? ¡Eso es otra cosa!”
“Lo que quiero decir es que llegamos a donde llegamos por la aplicación de nuestra ideología. Las tomas se producían, el respaldo irrestricto a movimientos obreros y campesinos espontáneos o prohijados por nosotros. Yo hacía discursos que levantaban a la gente contra el sistema establecido. Chile es el país que tuvo el movimiento social más grande que yo conozca”.
“La inmensa mayoría, desde la izquierda hasta la Democracia Cristiana, pugnaba por un cambio social. Desde el cristianismo, la socialdemocracia o el marxismo leninismo. Una mayoría impresionante. Esa esperanza, ese sueño hace participar a la gente”.
“La utopía era deslumbrante. Enceguecía. Científicos, intelectuales, gente sumamente preparada en todo el mundo cayó seducida por esa utopía preciosa, Los desarrapados, los miserables van a cambiar de vida. Sentirse uno protagonista de la posibilidad de que llegara una primavera humana distinta, justa, superior, eso obnubiló y produjo lo que produjo, no sólo en Chile. Pero esa teoría fracasó estrepitosamente. Y no por hermosísima puede dejarme contento no pensar en cómo fue posible que yo proclamara el término de una clase por otra. No concibo ahora que eso me haya ocurrido. La lucha de clases, el término de una clase por otra. Y lo que se postulaba en la UP, aunque fuera con vino tinto y empanadas, como decíamos para darle una peculiaridad distinta, era un socialismo donde iba a haber una educación, una televisión, un diario, una filosofía, partido único, todo lo que ocurría en el socialismo real. La Unión Soviética cayó sin que llegara un solo tanque. 60 millones de comunistas -cuatro veces la población de Chile- y Gorbachov abrió un poco las ventanas y el ventarrón de la li-ber-tad, que nunca fue resuelto por el socialismo, entró a raudales”.
“No quiero olvidar, porque no necesito olvidar para poder ser una persona que contribuye a la integración de este país. Mi convicción profunda es que Chile ha sido un país desintegrado y el deber patriótico, democrático, es trabajar por su reintegración. Un deber de todos, especialmente de los hombres públicos de uno y otro sector. Es una convocatoria a la grandeza”.
Estas son declaraciones de un político que asume su responsabilidad, que explica un proceso y que mira hacia el futuro. Un ejemplo en el estrecho mundo político nacional, donde sigue faltando más grandeza.
Parte de estas reflexiones están en uno de sus libros, dedicado a su vida y obra, presentado en 2018 en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, momento al cual corresponde la foto principal de este artículo.
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