La abusiva desproporción de la inversión pública entre Santiago y las provincias

Publicado el at 13/11/2017
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opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

Ayer se inauguró la Línea 6 del Metro de Santiago. Fue una fiesta que presenciaron millones de chilenos a través de las pantallas de sus televisores. Por lo menos la mitad de los que estaban mirando, tal vez más, no viven en Santiago, y por lo tanto, no usarán el tren urbano.

No solo no lo usarán, sino que esos recursos que el Estado invirtió en el transporte de santiaguinos, deberán ser restados del desarrollo en las regiones.

La Línea 6 del Metro tuvo un costo de US$ 1.036 millones de dólares y permitirá movilizar a 800 millones de pasajeros al año. No contentos con esta alta inversión, ya se encuentra en estudio la línea 3 del Metro de Santiago. Ya con lo inaugurado ayer, el Metro se transformó en uno de los 30 más extensos entre todas las ciudades del mundo que tienen trenes urbanos.

Si uno llega a Santiago, en cualquier época del año, la cantidad de obras públicas en carreteras es asombrosa. No paran de construir nuevas autopistas, grandiosos túneles, relucientes paraderos de buses y muchas otras inversiones en el mobiliario urbano de la capital. Algunas son concesionadas, pero muchísimas otras son de costo del Estado.

Con los recursos de la Línea 6 del Metro se podrían haber construido seis hospitales como el Biprovincial de Quillota, que tanta falta hacen en las comunas de nuestra región.

Santiago no tiene pesca, no tiene bosques ni madera, no tiene salmones ni cobre, no tiene frutales ni hortalizas. Todo está afuera de Santiago, pero también todo se administra desde Santiago”.

La desproporción es aplastante y demuestra lo que hemos venido sosteniendo por años: que se sigue agrandando la brecha entre las provincias y la capital. El gordo goloso de Santiago se come todos los recursos y priva a millones de chilenos que vivimos en provincias.

Es indispensable una nueva organización del presupuesto nacional, ya no basta con las migajas que se entregan a cada una de las regiones a través del Core, necesitamos una mayor armonía en la distribución de los recursos.

Pasan los años y Santiago sigue creciendo en todo, demostrando con ese aumento desmedido, que los jóvenes deben también seguir emigrando a la capital en busca de un mejor futuro.

La fuerza de la inversión pública en la capital ha transformado a la ciudad en un lugar de odio y amor. Odio por la delincuencia feroz, por los tacos siquiátricos, por el gentío en todas partes a toda hora, por el smog y la mezcla de violencia-soledad-ansiedad en que viven muchos miles de vecinos. Amor porque encuentran diversión, ropa y comida, y todo lo que busquen ya está instalado.

Los noticiarios de la tele son increíbles. El 90% de los temas son de Santiago y si sale algo de provincia es porque se cayó un helicóptero, se robaron un banco entero o el gobierno inauguró alguna obra arrinconada.

El centralismo ya no da para más. Cada vez que compramos en las grandes cadenas nacionales, si miramos la boleta o factura, veremos que la casa matriz DONDE TRIBUTA está en Santiago, ese lugar a donde van a parar todos los recursos de los chilenos que no vivimos en la capital.

Santiago no tiene pesca, no tiene bosques ni madera, no tiene salmones ni cobre, no tiene frutales ni hortalizas, no tiene trigo ni harina de pescado, no tiene petróleo ni minas de acero. Todo está afuera de Santiago, pero también todo se administra desde Santiago.

Para tener un Chile mejor tenemos que descentralizar, tenemos que distribuir mejor los recursos y no seguir gastándoselo todo en la “bonita” capital de Chile.


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