Ingeniero Carlos Reusser: “No basta sólo con construir más centrales renovables para limpiar la matriz eléctrica”

Publicado el at 1:07 pm
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El académico de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso conversa sobre cómo migrar a un sistema más sustentable, en la primera entrevista del ciclo “¿Cómo enfrentar la Crisis Climática?”, de “El Observador” y PUCV

El Estado de Chile, a través del Gobierno, ha fijado como plazo el año 2050 para descarbonizar su matriz energética, es decir, eliminar las energías contaminantes que se generan con combustibles derivados del carbón y reemplazarlas por sistemas de generación renovables, más limpios, amigables con el medio ambiente y la salud. Actualmente, la energía producida por Energías Renovables No Convencionales (ERNC) representa entre el 40% y 50% de la producción total del país, pero su operación es la única forma de abordar la tarea de dotar a Chile y la región de un sistema eléctrico limpio.

Así lo advierte el académico de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Carlos Reusser Franck, quien reflexionó sobre esta temática en “¿Cómo enfrentar la Crisis Climática? Ciclo de Conversaciones de ‘El Observador’ con expertos PUCV”, una seguidilla de entrevistas donde varios expertos darán sus impresiones sobre cómo hacerse cargo de los problemas ambientales que aquejan a la región, el país y el mundo.

–  ¿Qué porcentaje representan las energías renovables en el sistema eléctrico nacional hoy en día?

“Cuando uno habla de renovable, tiene el concepto de solar fotovoltaico (panel solar) y solar térmico, que son dos formas de captar energía solar. Y, por otro lado, eólica. En este minuto, en el país, debemos estar alrededor y bordeando entre el 40 y 50% de la matriz energética o yendo hacia ese punto, porque en este momento hay varios proyectos -en el norte, sobre todo- de concentración solar y foto- voltaicos, que se están desarrollando o ampliando. Estamos ya rozando el 50%. Pero seguimos dependiendo en gran parte de centrales hidro y termoeléctricas”.

   ¿Cómo evaluamos esta brecha, considerando el plan de descarbonizar la matriz de aquí al 2050?

“En este minuto, la brecha todavía es grande, si lo comparamos con países donde las energías renovables han tenido una penetración muy grande. Por ejemplo, Dinamarca, donde el 98% de su matriz es renovable. Es una meta genial hacia donde apuntar, pensando en la disponibilidad en Chile, que en un primer análisis -sobre todo de solar- es extremadamente grande. Somos una de las regiones con mejor radiación solar en promedio, como para instalar centrales fotovoltaicas o de concentración solar. Tenemos una gran cantidad de recursos aprovechables y condiciones privilegiadas, en comparación a otros países, como para poder introducir las energías renovables”.

–  Entonces, ¿cuál es la dificultad para cumplir con la meta?

“Para eso, primero es necesario comprender cómo funciona nuestro sistema interconectado y nuestro sistema de distribución eléctrica, que data de las décadas del 60 y 70, cuando partió la política de Estado de cómo se iba a armar este sistema de transmisión y distribución. Básicamente, está con- centrado y toda la generación -independiente si la generas en el sur, norte o donde sea, llega a la zona central, a subestaciones que son cinco o seis y, de ahí, se redistribuye al resto del país. O sea, es un sistema sumamente concentrado, lo que significa un problema. Porque una de las principales complicaciones que tienen las energías renovables no convencionales es la variabilidad, es decir, si deja de soplar el viento, la capacidad de disponer de ese sistema de generación se cae inmediatamente. Hacer un pronóstico de variabilidad de viento, de radiación solar o de la nubosidad del cielo es muy complejo. Y si mi sistema es concentrado, es decir, toda mi red depende de una central fotovoltaica que está en el norte y depende de la energía entregada por esa central, es muy probable que, si mi pronóstico de la capacidad de generar de esa central caiga, no tenga cómo recuperar la potencia demandada. Con un sistema así de concentrado de distribución eléctrica y la inestabilidad de las energías renovables, las centra- les térmicas, lamentablemente, van a seguir siendo un actor principal. No podremos prescindir de ellas de forma tan rápida, ya que en caso de emergencia aportan una cifra fija y calculable de energía, que se activa en muy poco tiempo”.

Pero hay grupos y parlamentarios exigiendo acelerar la descarbonización al 2025. ¿Eso es viable?

“Si no se descentraliza la distribución de la energía, es muy poco probable”.

–  Entonces, desde la perspectiva técnica, ¿cuál sería una solución factible para lograr esta meta?

Lo primero es descentralizar nuestro sistema de distribución, ya que una de las principales condicionantes que hay actualmente es esta concentración. Una central que te genera energía renovable con esta alta variabilidad, no es capaz de asegurarte una distribución de potencia determinada en todo momento. La idea es migrar de una red centralizada a un sistema de microrredes, donde cada zona puede ser alimentada por distintos sistemas de energía renovables, de forma aislada. Al ser una microrred, puede interactuar con otras zonas adyacentes y, si hay una falla, se puede interconectar estas dos zonas, porque sé que en la otra tengo una reserva. Yo te puedo asegurar que es muy probable que, si hacemos ese cambio de mentalidad y hacemos ese salto tecnológico, logremos la descarbonización a 2030. Pero, no basta con seguir construyendo más centrales fotovoltaicas de concentración solar o eólicas. No digo que esté mal, sino que además es necesario introducir este cambio de política de manejo energético y este cambio tecnológico”.

–   ¿Cómo se operan estos sistemas en la práctica?

“Te doy ejemplo: con un colega estamos investigando la contaminación de los puertos, producto de los buques, que cuando llegan a puerto deben tener sus generadores funcionando con muy poca carga, porque es la condición de puerto del buque, donde no está operando el 80% de su servicio. Si yo miro la condición puerto-buque, este último es una microrred, porque tienen sus sistemas de gene- ración propios, su sistema de control de generación y el puerto es otra microrred, porque también tiene sus propios sistemas. Además, el puerto está conectado a la red eléctrica, por lo tanto, se puede pensar como otra micro red. Estas redes pueden generar sobrantes de energía, que pueden ser incorporados a otras áreas que lo estén necesitando. Entonces, si desintegras todo el sistema en microrredes, pue- des optimizar cada una en particular y estos ‘deltas’ de energía que tienes almacenada, si no pudiste eliminar todas las emisiones cercanas a una red, lo puedes aprovechar para reinyectarlo a alguna otra red segregada y bajar las emisiones contaminantes al mínimo, derivadas de esa energía que se genera, pero no se usa”.

– Pero, entonces, lo que estamos haciendo en Chile es todo lo contrario: es interconectar los sistemas con carreteras eléctricas, no segregarlos.

“Claro”.

–  Para que las energías limpias lleguen a los centros de consumo, se necesita transmitirla. Y ahí se produce un choque entre los grupos que piden limpiar la matriz, pero se oponen, por ejemplo, a las carreteras eléctricas que las traen. ¿Cómo hacer compatible ambas cosas? 

“Es complejo. Siempre habrá un choque con estos dos mundos. Estos proyectos pasan por una evaluación técnico – económica. La postación con sistemas trifásicos en corriente alterna es muy cara y las empresas tienden a elegir la ruta más corta y es muy probable que esa ruta pase por un sector que sufra un impacto ambiental importante o incompatibilidad electromagnética. Esto es como la teoría de conjuntos: hay que buscar la intersección entre estos dos mundos para que la evaluación técnico-económica y la de impacto ambiental puedan convivir”.

– El Estado debía definir una franja pública para instalar redes de transmisión y, como no la terminó, nuevamente se está licitando otra red donde el privado debe escoger por dónde pasar. Casi siempre se achaca la responsabilidad a esos privados que lideran proyectos eléctricos, pero, ¿qué responsabilidad tiene el Estado por no generar las condiciones para contar con una matriz más sana?

“Es una interesante pregunta. Compleja de responder. Si miro otros países, en Europa se toma la energía como una política de Estado. Porque es un bien estratégico. Hace un tiempo, se cayó un transformación de una subestación en Polpaico y quedó tres cuartos de Chile apagado. Eso es inconcebible desde cualquier punto de vista. Bajo mi punto de vista, creo que hemos sido muy reactivos en política energética. O sea, estamos apagando incendios uno a uno, a medida que se nos van presentando las circunstancias y no tenemos una visión de futuro como para proyectar- nos a 20, 30 o 40 años”.

A continuación, la entrevista completa al académico:

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