Aunque por disposición del tribunal no se le puede nombrar, una revisión de Observador.cl a sus antecedentes, muestra el perfil de quien disparó tres veces contra su víctima, a plena luz del día, pese a que el mismo Tribunal de Garantía lo había condenado por balear a quemarropa a otra persona, pero dándole el beneficio de libertad vigilada y un plan de reinserción
El domingo 9 de enero, el funcionario de Carabineros Rodrigo Inostrosa estaba junto a su compañero, cumpliendo con una ronda de vigilancia en el muelle Vergara de Viña del Mar. Eran poco más de las 18:30 horas, cuando un fuerte estruendo rompió la rutina. El ruido venía desde el sector de la playa El Sol. Fueron hasta el lugar esquivando a decenas de personas que corrían aterrorizadas en varias direcciones. Algunas se les acercaron para contarles que, hacía pocos segundos, un hombre de aproximadamente 1 metro 75, que vestía jeans claros, polerón negro con capucha y contextura gruesa, había disparado contra otro, en lo que parecía ser una pelea entre vendedores ambulantes.
Cuando llegaron hasta las escalinatas que dan hacia la arena, justo frente a los puestos de venta de artesanías, había un joven siendo atendido por los mismos transeúntes y algunos vendedores. El pistolero había escapado por 12 Norte hacia el oriente. Trataron de encontrarlo, pero se hizo invisible en medio de la multitud.
Sangrando profusamente en el suelo estaba David Nicolás Seagaris Carrasco, de 22 años, quien había recibido 3 impactos de bala en el tórax. Una camioneta negra se acercó y varios ayudaron subirlo para correr hacia donde pudiera ser atendido. Llegaron a la Clínica Ciudad del Mar, que está a sólo dos cuadras.
Un proyectil quedó alojado dentro de su cuerpo. Otros dos entraron y salieron. De milagro nadie más recibió un impacto.
El daño fue enorme: las balas atravesaron los dos pulmones, el corazón y la arteria aorta. Pese a todos los esfuerzos, el equipo médico no pudo hacer mucho por salvarlo y se declaró su muerte a las 19:46 horas..
PELEARON Y VOLVIÓ PARA DISPARARLE 3 VECES
Por disposición del Tribunal de Garantía de Viña del Mar, el nombre y el rostro del imputado por esta causa no se pueden publicar. Sólo estamos autorizados a dar sus iniciales: J.A.F.R.
Pero hay una serie de antecedentes expuestos en la audiencia de control de detención y formalización de cargos que permitieron dar luces sobre lo sucedido el domingo. El historial policial del detenido también, pues no era primera vez que disparaba contra una persona. Al momento atacar a David Seagaris, estaba con 4 años de libertad vigilada, por un homicidio frustrado que protagonizó en 2017 y un incipiente plan de intervención psicológica-social que no resultó.
Y es que, sí. El pistolero apareció.
Luego de escapar entre la multitud, algo pasó por la mente de J.A.F.R., que lo hizo entregarse voluntariamente en un cuartel de la PDI. Quizás los consejos de su abogado defensor particular, el mismo que lo representó en el crimen anterior y lo dejó fuera de la cárcel. El mismo que trató de argumentar el viernes que lo del domingo pasado fue “una riña con resultado lamentable”.
Pero los argumentos del Ministerio Público fueron contundentes.
La fiscal Paola Rojas expuso muchos testimonios que coinciden entre sí y permiten dar certezas suficientes para, al menos, convencer al Tribunal de Garantía para dejar al detenido en Prisión Preventiva.
Según consta en la carpeta investigativa, David Seagaris Carrasco había llegado a Viña del Mar desde La Serena. Uno de los testigos de la causa contó a la policía que hace 10 días lo había conocido. Era un vendedor ambulante nuevo, que estaba quedándose en la casa de un amigo, con quien compartía el oficio. Pero su pasar por la Ciudad Jardín no había sido tranquilo, porque había un tipo con quien se había peleado más de una vez. Él se había puesto muy cerca suyo a vender.
El domingo, el testigo y otro ambulante vieron a David en la Playa El Sol fumando un “pito” de marihuana. Él los invitó a compartirlo y les contó que ahora las cosas se habían puesto muy feas.
“¡Quedó la cagá!”, contó David a sus nuevos conocidos. Cinco minutos antes, el comerciante había vuelto a increparlo y le dijo que “le echaría los Carabineros”. Antes sólo habían discutido a garabato limpio, pero esta vez la cosa se fue a las manos. David sacó un cuchillo, con el que hirió a su contrincante. En la audiencia, el abogado defensor relató que el imputado sigue con una lesión cortopunzante en su brazo izquierdo.
Todo esto lo conversaban en la medialuna de la playa El Sol, en calle San Martín, a la altura de 12 Norte, que a las 18:30 horas estaba repleta de veraneantes.
Diez minutos después, apareció de entre los locales de artesanía un sujeto de 1,75 metros, robusto, vestido con jeans claros, pelerón negro con capucha, con su rostro cubierto por parte de ella y una mascarilla. Se fue directo hacia David, empuñando una pistola calibre 9 milímetros. Le gritó unas palabras algo confusas y disparó tres veces.
Dos balas entraron por el lado derecho del tórax y salieron por el izquierdo. Una quedó adentro. La víctima trató de escapar, bajando las escalinatas que dan hacia la arena. Alcanzó a avanzar unos cien metros, cuando se desplomó.
Los mismos vendedores con quienes conversaba y algunos transeúntes dieron los primeros auxilios al joven serenense, quien perdería la vida una hora después, en la Clínica Ciudad del Mar. El pistolero arrancó por 12 Norte hacia “los Oriente”.
La fiscal entregó el relato de varios testigos que corroboran esta versión. La mayoría, vendedores de ropa del sector.
Está lo que contó un testigo protegido que identificó a quien disparó como el mismo con quien David Seagaris había tenido problemas antes. El último fue ese mismo día, junto a uno de los locales de artesanía que quedan a la altura del puesto de la cama elástica.
Uno de quienes conversaba con él, también dijo que conocía de vista al pistolero. Comentó que sus características eran las mismas del comerciante con quien había peleado poco antes. También dijo que los disparos los hizo a unos dos o tres metros de distancia.
En el preinforme de autopsia leído en la audiencia, firmado por el doctor Ricardo Restrepo Rengifo, se señala que la causa de muerte fue un shock hemorrágico agudo, por heridas en pulmones, corazón y aorta. Una bala se recuperó.
QUEDÓ PRESO
El jueves, el pistolero se entregó. El abogado defensor hizo lo suyo, tratado de convencer a la magistrado Eliana Uribe Molina de que, al ser una riña, su representado no era un peligro público. Por eso, pidió arresto domiciliario total o parcial.
Pero los antecedentes expuestos por la fiscal Rojas eran contundentes para fundamental la prisión preventiva, argumentando que el sujeto definitivamente representa un peligro para la seguridad de la sociedad. Además de los testimonios sobre el crimen de la playa, la fiscal expuso una causa anterior, en la que el imputado fue condenado el 7 abril 2020 a 4 años de presidio menor en su grado máximo y 307 días de presidio menor en su grado mínimo con libertad vigilada intensiva, por homicidio y porte ilegal de arma de fuego, por parte del mismo Tribunal de Garantía e Viña del Mar. En dicha instancia, citó la causa RUC 1700344973-4, que es la que dio curso a dicha sanción.
La magistrada Uribe acogió la solicitud. De hecho, no era un desconocido para ella, pues fue quien firmó la sentencia del 2020. En este caso, dejó claro que los disparos mortales y la riña previa eran dos cosas diferentes. Por ello, se formalizó una investigación por homicidio simple, además de porte ilegal de arma y municiones. La historia se repetía y de la peor manera.
Quedó en prisión preventiva y se fijó un plazo de investigación de 90 días y el ingreso del imputado al Complejo Penitenciario Valparaíso.
ES DE “GATILLO FÁCIL”
Cuando la magistrada justificó su decisión de enviarlo en prisión preventiva, recordó que, si el imputado es acusado y declarado culpable, no podría optar a una pena sustitutiva de libertad, porque -dijo- “ya estaba gozando una pena sustitutiva, que no tuvo el efecto re socializador que conlleva este tipo de pena. Queda claro el peligro a la seguridad de la sociedad, por disparar a plena luz del día con muchas personas”.
Pese a que se debe mantener la reserva de su identidad, Observador.cl pudo acceder a los antecedentes de la condena que el imputado mantiene vigente, que permiten elaborar un perfil de su entorno social y delictual. Todo, basado exclusivamente en oficios judiciales y de Gendarmería. En ellos, la institución describe a J.A.F.R. como una persona de mediano riesgo de reincidencia.
Según se puede leer en el expediente RUC 1700344973-4 y RIT 52502- 2019, el sujeto es de “gatillo fácil”. En la sentencia, se cuenta que, a las 11 horas del día 1 de abril de 2017, J.A.F.R. iba por la calle Pedro Aguirre Cerda, en el sector de Forestal Alto, portando un arma de fuego. Se acercó a un vehículo marca Volkswagen, color blanco, donde viajaban dos personas, a las que les disparó. Luego se fue hacia donde uno de ellos, a quien le percutó un disparo en el rostro “con ánimo de lucro”. Lo dejó con una herida en el mentón y la mandíbula fracturada. Para salvarlo, tuvieron que practicarle una traqueotomía y una compleja cirugía, de la que milagrosamente podría recuperarse unos 60 días después.
El caso derivó en un juicio abreviado, que demoró muchísimo. Terminó el 7 de abril de 2020, condenado “por su responsabilidad en calidad de autor del delito de homicidio, en grado de desarrollo frustrado“. La sentencia fue firmada por la misma jueza Uribe.
En ella se lee que que “se le otorga la pena sustitutiva de cuatro años de Libertad Vigilada Intensiva, quedando sujeto al control y asistencia de Gendarmería de Chile“. La medida considera la elaboración de un Plan de Intervención, con el fin de reinsertarlo socialmente. Se harían controles cada quince días e informes trimestrales sobre su avance.
Gendarmería estuvo a cargo, primero, de un diagnóstico y, luego, de la presentación del Plan, que fue presentado y aprobado por el Tribunal de Garantía recién el 11 de diciembre de 2021. La pena sustitutiva comenzó el 27 de Julio de 2021, debiendo egresar el 27 de Julio de 2025.
El comerciante y pistolero de 30 años de edad registra domicilio en un complejo sector de Forestal Alto. Es descrito en el informe de Gendarmería como alguien que, pese a no contar con antecedentes penales previos como adulto, sí los tenía como menor de edad, pues ha pasado gran parte de su vida en un ambiente delictual. De joven, presentó infracciones legales por robo y detenciones por consumo de alcohol en la vía pública.
Desertó del colegio en octavo básico y terminó la media en un “dos por uno”. Luego ingresó el Servicio Militar, donde aprendió a usar armas. En la adolescencia trabajó como ayudante de mecánico en el taller de su abuelo. Sus padres lo dejaron bajo el cuidado de los abuelos maternos, porque se fueron a Estados Unidos y nunca más tuvieron relación con él. Su relación con ellos era muy mala. A finales del año pasado, esperaba el nacimiento de un hijo, junto a su pareja, con la cual -al menos en diciembre de 2021- convivía.
El informe de Gendarmería dice que el propio “penado” reconoce como “pares” a “conocidos y amigos infractores de ley, asociado principalmente al sector poblacional en que habita, que resulta ser de alto riesgo”.
POCA EMPATÍA CON SUS VÍCTIMAS
En el Plan de Intervención Individual propuesto por Gendarmería, se analiza el “factor de actitud y orientación procriminal”, en el cual se señala que “se evalúa tendencia a favor del delito, debido a que genera una argumentación sobre la infracción legal, desarrollando una revisión de la experiencia principalmente por los efectos en su persona asociado a la condena, más que por el daño a las víctimas y la necesidad de permanecer en un espacio conductual ligado a la legalidad“.
Sobre el “patrón antisocial”, se dice que “presenta actitudes delictuales, evidenciándose tendencia a favor del delito y actitud desfavorables a las normas y convenciones sociales. Al mismo tiempo cuenta con un estilo de vida disfuncional, caracterizado por problemas financieros, nunca mantener un trabajo por más de un año, mala relación con sus padres y mal uso del tiempo libre”.
Por ello, se propuso que la atención “deberá tener frecuencia quincenal e informes trimestrales al tribunal”.
Luego viene una observación clave sobre sus posible reincidencia: el Plan dice: “Riesgo de Reincidencia: Medio; Frecuencia de Control: QUINCENAL; Justificación: Nivel de riesgo Medio, con necesidades altas de intervención. Atenciones quincenales y visitas domiciliarias cada tres meses“.
El informe fue muy esclarecedor de su perfil, pero menos asertivo en su peligrosidad estando libre. Su riesgo de reincidencia no sólo era alto, sino que se consumó en un nuevo ataque a balazos, que esta vez cumplió el objetivo de matar a su contrincante.