Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Cada vez con más claridad la palta, nuestro “oro verde”, nos hace ver que se trata de un producto que genera aportes significativos a nuestra economía local. Los criaderos de plantas, los productores, los trabajadores, los profesionales, los transportistas, los comerciantes y toda una larguísima red de servicios y actividades en torno a las plantaciones, nos demuestran que cada mes hay millones y millones de pesos que se quedan entre nosotros gracias a la palta. Esto hay que cuidarlo porque desde hace años que han aparecido detractores a esta actividad que es muy fundamental en nuestra agricultura de hoy.
Hay cultivos que se ponen de moda, como está pasando ahora con los cerezos, cuya cantidad de hectáreas plantadas ha subido mucho. Es probable que esas plantaciones se realicen considerando el alto precio internacional que tiene, pero no tomando en cuenta que tienen un bajo consumo nacional, que se puede vender apenas un poco en nuestros mercados, o como lo hemos visto, directamente en carretones en las calles. Sin embargo, las cerezas no son un fruto que forme parte de la dieta habitual de los chilenos.
Ya nos pasó antes con el kiwi y su furiosa plantación en nuestras zonas, que, si bien tuvo altas cosechas, tenía un bajísimo consumo interno, debiendo exportarse toda la producción. Es una fruta que no convenció a los chilenos, a pesar de sus ventajas nutritivas.
Lo contrario ocurre con la palta, que tiene un elevado consumo en los comercios locales. El mercado interno no depende de los complejos vaivenes exteriores ni del porfiado precio del dólar, que es la moneda con que les pagan. Mucha gente ha dicho que podría comer palta todos los días, sin aburrirse jamás. Palta al desayuno o al almuerzo, palta en las onces, palta en los completos y en los sándwiches. Palta, mucha palta, porque es rica, porque hace bien, porque es antioxidante, porque es nutritiva, porque es sabrosa.
El “oro verde” de nuestra zona ha dado un nuevo paso al frente. Antes se organizaron los productores, (el Día de la Palta en Quillota ha reunido a más de mil 300 agricultores), antes penetraron muchos países del mundo para darle valor a un producto de nuestra zona, sin embargo, hoy en día somos nosotros los principales consumidores, lo que refuerza al producto como garantizado en su comercialización.
La mitad de la palta de la Tierra la produce México. Tiene una trayectoria produciendo paltas que le da prestigio internacional. En cada temporada ha crecido su producción, por lo tanto, logra bajas en su precio por kilo. Se suma a ello los esfuerzos de los productores peruanos, que en forma lenta pero segura siguen mejorando sus niveles exportables, aunque ello no afecta tanto a las paltas chilenas, porque su período de cosecha es complementario con nuestro país. Eso le da continuidad al consumo de paltas durante temporadas largas, aunque sea con distintas variedades y no necesariamente con la famosa palta Hass.
La sequía ha sido otro factor que ha complicado las exportaciones, mejorando el consumo local. En la Provincia de Petorca el drama ha sido tan grande por la falta de agua, que hay cientos de hectáreas con paltos cortados, con paltos que se han rebajado a menos de un metro, con tierras secas, con paltas chicas. Los tranques intraprediales han sido una de las soluciones, pero falta una inversión mayor del Estado en el tema de los tranques o embalses. Muchos empresarios agrícolas han ayudado a los APR de su zona.
En todo caso, la verde y agradable palta siempre es muy bien recibida en los hogares chilenos, que han hecho de su consumo un verdadero hábito, que hoy en día está rindiendo sus frutos. Vender más paltas en Chile que en el extranjero prueba, como ningún otro dato, la forma en que valoramos este fruto semitropical de nuestras tierras.
Lo que viene ahora es cuidar a todo el entorno de la palta, con informaciones verdaderas que destaquen el valioso trabajo de los que producen el “oro verde”.
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