Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Corría el año 1812, gobernaba con mano dura José Miguel Carrera. Dos años antes realizamos la Primera Junta de Gobierno, juramos defender al derrocado Rey de España Felipe VII, pero también juramos lealtad a esa nueva organización de los chilenos que se llamó Junta de Gobierno, la que unos meses después, en julio de 1811 había dado lugar a la creación del primer Congreso Nacional.
Lamentablemente, el señor José Miguel Carrera llegó de España, vistiendo el uniforme de los oficiales españoles y desarmó el Congreso Nacional, dando tres golpes de estado que lo dejarán con todo el poder y gobernando Chile. En esa situación entramos al año 1812.
Carrera, con su amigo fray Camilo Henríquez comienzan a pensar en una nueva Constitución. Se reúnen en las noches de ese invierno en la casa del Cónsul de Estados Unidos en Chile, el señor Poinsett, quien ayuda con algunos artículos.
En octubre de 1812, es decir, hace exactamente 210 años, deciden realizar una consulta pública para someter a plebiscito el Primer Reglamento Constitucional de 1812. (Como se puede apreciar eran más rápidos para tomar decisiones).
Tal como escribió José Miguel Carrera: “Después de algunas noches que nos reunimos (con el cónsul norteamericano) presentamos la Constitución Provisoria que debía darse el Gobierno”. El Senado tendría solamente 7 senadores, 2 de Coquimbo, 3 de Santiago y 2 de Concepción. Chile era un país con cerca de un millón de habitantes, repartidos de norte a sur, entre Coquimbo y Concepción, no había más Chile que ese territorio. (No estaban pensando en financiar a muchos políticos, les bastaba con 7 bien inteligentes y letrados para poder resolver los problemas de la creación de leyes).
La gente del país fue a votar en un plebiscito que duró tres días, entre el 27 y el 30 de octubre. Y sin más demoras ni rodeos (como vimos recientemente que lo hacia la Convención) promulgaron el texto del Primer Reglamento Constitucional el 31 de octubre de 1812.
El país ya tenía una institucionalidad, que le permitiría dictar importantes leyes, basadas en contribuir a la fundación de una nueva patria, libre e independiente.
Y lo primero que hace el Senado es promulgar una Ley de Libertad de Prensa, en la seguridad que sin libertad de información no se pueden resguardar las demás libertades. La segunda ley se refiere a la obligación de la educación primaria, en un país con casi el 90% de analfabetos, era indispensable ayudar a despejar la mente para entender los principios libertarios y republicanos que unos pocos estaban impulsando. También el Senado creó la Biblioteca Nacional, que partió con cinco mil libros provenientes de la Universidad de San Felipe, que quedaba en Santiago.
Y pasaron tres leyes que vale la pena revisar para compararlas con los tiempos que estamos viviendo. El Senado dictó una Ley de Indios para ayudarlos a vivir mejor, otorgándoles casas y estudios. (Una forma distinta de entender el problema indígena). Después compró cañones y armamento, para hacer valer el Estado de Derecho, y finalmente, aprobó una Ley de Policías, sin la cual no habrían podido funcionar haciendo cumplir deberes y derechos de los nuevos ciudadanos. (Crear y proteger a la policía, en vez de insultarla y descalificarla).
Al final, todos entienden, ahora y hace 210 años, que un país necesita una policía sana, eficiente y con capacidad y respaldo operativo.
Los años que vinieron para Chile no fueron buenos. En octubre de 1814 los españoles que llegaron desde la península reconquistaron Chile para su Rey, fuimos derrotados en Rancagua y nos tuvimos que ir a Mendoza, Argentina, para reorganizarnos en ese país que tanto hizo por la libertad de Chile.
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