Elegido como el mejor entrenador del 2017 por el Círculo de Periodistas Deportivos, lidera hoy la flamante rama cestera de Trasandino
SAN FELIPE.- El año pasado, la selección chilena de básquetbol ganó el Sudamericano Sub 17 en Perú. Y hace un par de mes, este mismo representativo terminó quinto en el Premundial de Canadá. Los dos procesos fueron liderados por el entrenador Galo Lara, quien se ha convertido en uno de los técnicos de mayor proyección en nuestro país.
Pero su éxito no ha sido casualidad. Pues desde sus comienzos en la actividad ha cosechado éxitos en el baloncesto. “Me inicié en el basket desde mi casa. Porque mis hermanos jugaban. En mi colegio, Sagrados Corazones de Concepción, jugué desde la serie mini en adelante. Teníamos la suerte que el rector del colegio era muy basquetbolizado. Dirigía a la selección del colegio; de hecho, él arbitraba las pichangas durante el recreo”, rememora Lara.
A los 14 años, Lara recaló en Petrox, donde sería basquetbolista profesional. “Cuando llegué al club, tuve la suerte que conocía a varios. Había un grupo que dominó el básquetbol formativo, siendo campeón nacional en todas las categorías. Estaban Rodrigo Zúñiga, Henry Monks, Lino y Patrick Sáez. Era tan bueno ese equipo, que comenzó a descentralizarse la selección juvenil: la Sub 16 tenía a la mayoría de los jugadores de Concepción y comenzó a concentrarse ahí el equipo nacional”, recuerda.
“Debuté a los 16 años en Dimayor, siendo campeón en Sub 18 y estuve hasta el 2000 en Petrox. También postulé a una beca universitaria a Miami. Luego, me fui a vivir seis meses a New York. Después de eso, volví a Chile y me hice profesional en el básquetbol. Paralelamente, estudié Ingeniería Comercial, pero al final terminé Administración de Empresa”, agrega.
Posteriormente, Lara también jugó en Osorno, Ancud y Puente Alto. Después de ese recorrido, llegaría a Liceo Mixto. “Desde 2006 estoy radicado en Los Andes. Mis hijos han crecido acá. Tuve grandes años en el club. Logré un tricampeonato y fue elegido el mejor de las finales; algo que nadie ha hecho. Eso me llena de orgullo”, comenta Lara, quien se retiró en Los Leones de Quilpué.
Sin duda, el Mixto marcó la carrera del hoy seleccionador nacional de 40 años: “Representé un club de la zona que hizo historia en el basket, jugamos copas internacionales. Tengo los mejores recuerdos de ese equipo. Compartíamos bastante fuera de la cancha como grupo, y eso nos permitía tener una buena química”. Lara además, jugó entre 1993 y 2003 en la selección. “Era un orgullo representar al país. Con eso puedo transmitir mi experiencia a mis jugadores, porque yo viví lo mismo que ellos”, opina.
ETAPA DE ENTRENADOR
En 2007, Galo Lara comenzó su carrera como entrenador, a través del Instituto Chacabuco que le dio la oportunidad de formar la escuela de básquetbol del colegio. “Tenía cuatro horas, lo que no me impedía entrenar. Yo sabía que eso me serviría para dar el paso de jugador a cuando debía retirarme, de tener un trabajo estable”, recuerda.
“Después de tres años, me dieron las selecciones de colegio, logrando ir a un nacional. Fuimos campeones dos veces de las olimpiadas Maristas. Cuando dejé el Mixto, el rector del colegio de ese entonces, Pedro Díaz, me ofreció ser parte del colegio trabajando como inspector media superior y seguir ligado en el basket. Hasta hoy, trabajo en el colegio, donde me he desarrollado como entrenador. Soy un marista más”, asegura.
Paralelamente, Lara trabajaría en Arturo Prat de San Felipe, donde obtendría más logros. “Allí ganaríamos de manera invicta el título en Sub 17 de la Liga Movistar, en una final inédita contra U. Católica en el mismo Fortín Prat; con esa misma camada de jugadores, ganamos el Domani, algo que ningún equipo de San Felipe había logrado antes; y con esa misma base, llegamos a la final de la segunda división, pero perdimos contra Puente Alto. Me sirvió para crecer como entrenador”, describe.
El 2015, Lara comenzó su lazo con la selección desde el banco, siendo ayudante de Manuel Córdova de la generación 98. “Fuimos terceros a nivel sudamericano, clasificando al Premundial donde fuimos sextos”.
El 2016, la Federación cambió de mando, y el nuevo presidente (Irán Arcos) le confiaría la selección a Lara. “Me preguntaron si yo quería el cargo y se lo dije a Córdova. Fue un orgullo estar ahí, y a los tres meses de haber asumido, salimos campeones sudamericanos. Era algo inédito para el país. En el Premundial de Canadá competimos de igual a igual, donde casi clasificamos. Aunque si Canadá acepta ser organizador, entraríamos. Ha sido un crecimiento increíble. Di un gran salto de calidad en cuanto al manejo de grupo”, detalla.
Para Lara, una de las cosas más importantes para dirigir es lograr el respeto de los jugadores. “Creo que me ayuda el haber sido jugador. Mi relación es cercana con ellos. Trato de hablarles. Hay jugadores que los tuve en mis brazos como a Ignacio Arroyo, porque fui compañero de su padre. El respeto se gana por como uno es como persona y el trabajo que uno realiza. Los chicos cuando se dan cuenta que el trabajo es profesional, no es necesario pedir respeto, pues eso se da solo”, comenta.
Su reciente trabajo con la “Generación Dorada” lo ha catapultado en el medio basquetbolístico, ganando –incluso- el premio al mejor entrenador del 2017. Sobre este destacado plantel, el coach indica que “muchos dicen que ellos cargan con esa mochila. Pero actualmente ellos son los mejores de Sudamérica”.
Lara aún mantiene lazo con la Federación; de hecho, le presentó un proyecto para trabajar con esta base de jugadores con miras al Panamericano 2023. Pero todo está en veremos, debido a los recursos que requiere para concretar esta iniciativa.
No obstante, el joven entrenador cree que, como el basquetbol está globalizado, es factible que más jóvenes chilenos consigan becas en colegios de Estados Unidos o continuar sus carreras en otras partes del mundo. “En Europa también se están fijando en los nuestros. Arroyo partió a Estudiantes de Madrid, donde lo comparan con figuras de gran nivel. También están afuera Kevin Rubio, Maxwell Lorca, Lino (Sáez), Pimentel y Berríos. Espero que se sigan sumando más”.
TRASANDINO
Tras terminar su vínculo con Arturo Prat, Lara se embarcó en un proyecto en Los Andes.
Hoy, dirige a Trasandino y, en unos cuantos meses, ha atraído a muchos jóvenes que ya visten la casaquilla verde. “La idea es en el futuro tener un equipo adulto que pueda optar a una liga nacional. Tenemos 130 chicos, entre damas y varones, quienes juegan en unas ligas de Santiago. El ICH, Max Salas y María Auxiliadora nos prestan sus gimnasios. Y esperamos tener luego el Centenario”, describe.
“Creo que tendremos una base sólida para representar bien a Los Andes. Debo recalcar la labor de José Francisco Orellana, presidente de la rama, ha sido puntal en este proyecto. Porque hay que ver un tema logístico, lo que me compromete a seguir trabajar con ellos”, agrega. Desde que comenzó como técnico, Lara se ha dedicado mayormente en la formación de jóvenes; situación que lo mantiene hasta hoy. Veremos qué frutos traerá este nuevo proyecto.