“Bebé” se hizo conocido por esperar a su dueño afuera de la Unidad de Emergencia
LA CALERA.- En abril pasado, “El Observador” contó la historia de Reinaldo Torreblanca, un hombre en situación de calle que fue hospitalizado luego de ser encontrado inconsciente en pleno centro de La Calera. Lo particular de su historia fue que “Niño”, su fiel perro, lo acompañó durante todo el tiempo que estuvo internado en el Hospital “Doctor Mario Sánchez Vergara”.
Las muestras de fidelidad y cariño manifestadas por este perrito, que incluso siguió la ambulancia mientras su amo era llevado a Emergencias, generaron impacto en los lectores y en la comunidad del mismo recinto hospitalario.
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Desafortunadamente, hace algunas semanas Reinaldo falleció debido a su deteriorado estado de salud. Sin embargo, del desamparo en que podría haber quedado este perrito pasó a tener una nueva vida, llena de cariño y comodidades que le fueron esquivas en su vida en la calle.
Y es que Rachel Payacán Astudillo, una técnico paramédico que trabaja en el Hospital de La Calera y que siguió de cerca la historia de este perro y su amo, se encariñó con él y decidió adoptarlo una vez que su dueño falleció el 24 de mayo pasado.
“Esa noche, cuando llegó esa persona, me tocó estar de turno. Cuando el paciente ingresó a reanimación nadie se dio cuenta que el perrito se había escabullido para entrar a la sala. Se mantuvo ahí, sin ladrar ni nada. No intentamos sacarlo porque no sabíamos sí era bravo o no”, recuerda esta funcionaria que lleva más de 24 años trabajando en el hospital calerano.
Los días posteriores, cuando Reinaldo estuvo más estable, los funcionarios que lo atendían preguntaron por el nombre del can. “Bebé”, señaló su amo, corrigiendo a quienes lo conocían como “Niño”. El querendón animal, cada vez que podía, se escabullía y lograba ingresar hasta la camilla donde estaba su amo e incluso varias veces se acostó junto a él.
Tras ser dado de alta, Torreblanca volvió a ser trasladado en ambulancia al hospital y, al igual que la primera vez, “Bebé” corrió detrás del vehículo. Incluso, en más de una ocasión, el paciente debió ser llevado a Quillota y el fiel perro corría detrás de la ambulancia solo hasta la calle Lautaro, cuando comprendía que no podía seguir corriendo.
NUEVA VIDA DE “BEBÉ”
El día que Torreblanca falleció en Quillota, Rachel Payacán recibió la noticia y tomó una decisión. “Estaba en mi casa y ya antes había determinado que si el caballero moría, yo me llevaría el perro a mi casa”, comentó la funcionaria, quien confirmó que no es el primer perro de la calle que recoge, pues siente un cariño profundo por los animales.
“Esa noche, cuando terminé mis labores, salí y me senté junto a él. Le di la mitad de una empanada que yo tenía de colación, lo abracé y le dije: ‘Bebé, tú ahora te irás conmigo porque tu papá se fue al cielo’. Me miró con ternura y estoy segura que entendió. Me conmovió”, relata la paramédico.
Al día siguiente, con la ayuda de sus compañeros, tomó a “Bebé” y lo subió a su vehículo. Desde entonces, el fiel perro vive junto a ella en su hogar, donde ha recibido los cuidados necesarios. “Es un perro muy cariñoso, casi no ladra. Hace solo unos días recién lo oí ladrar. Tiene su casa, su collar y una comida especial”, cuenta Rachel sobre la nueva vida de “Bebé”, quien en los próximos días tendrá su primera visita a un veterinario para las vacunas correspondientes.
Agregó que hasta ahora el perro se ha adaptado, aunque debe seguir acostumbrándose a estar solo por varias horas. “Quiere estar siempre conmigo, pero yo debo salir a trabajar por lo que se queda llorando. Él no estaba acostumbrado a esta vida, él vivía en la calle junto a su amo”.
“Bebé” disfruta de su nueva vida en la Villa Príncipe de Gales, donde -haciendo un paralelo con su domicilio– ha comenzado a vivir como un verdadero príncipe, rodeado de afecto y atención.