“Si me compran $30 mil en mascarillas les regalo una crema multiorgasmo”, cuenta la modista Natalia Bugueño, que reinventó su emprendimiento durante la pandemia
OLMUÉ.- Aunque Natalia Bugueño Telias nació en Santiago, cuando tenía nueve años de edad su familia se trasladó a Limache. Allí creció, estudió y hace seis años se fue a vivir a la Comuna Huasa, donde se estableció con su familia, integrada por su pareja y sus tres hijos de 16 y ocho años y su bebé de apenas 9 meses.
Natalia es una mujer que podría denominarse multifuncional. Sí, pues al hablar con ella van aflorando los distintos talentos que la caracterizan y que hoy la ayudan a mantenerse durante la pandemia, a pesar de la crisis económica. Cuenta que desde niña se interesó por la costura. “Un día me regalaron unas cortinas que quedaban largas para mi ventana, así que le pedí la máquina de coser a mi mamá y así comencé. Después me compré una en una casa comercial”, relata.
Casi junto con su llegada a Olmué comenzó a dedicarse de lleno a las costuras. “Empecé ayudándole a una amiga que tenía un taller de costuras. Como ella sabía que yo tenía una máquina de coser y que me gustaba, me ofreció hacerle las costuras rectas a unas poleras de piqué que le habían pedido para un grupo folclórico, me ofreció mil pesos por polera, pero yo le dije que si ella me enseñaba yo le hacía las poleras enteras por los mismos mil pesos, porque yo quería aprender”, explica.
Fue así como comenzaron a trabajar colaborativamente surtiendo pedidos de ropa de colegio, para lo cual Natalia postuló un proyecto al Fosis para financiar la compra de una bordadora. Además, el año pasado optó por ampliar el rubro y comenzó a confeccionar manteles, fundas y ropa de casa en general. En eso estaba hasta que llegó la pandemia.
MASCARILLAS “ONDERAS”
“Cuando llegó la pandemia pensamos que nos iba a ir súper mal, ya no había alumnos en clases, así que empezamos a hacer mascarillas, primero las vendía mi amiga en su taller, y después salí yo a venderlas, entonces se masificó la cosa”, recuerda.
Cierto día, una clienta les pidió hacerle una mascarilla de tela con brillo, así que consiguieron la tela y la hicieron. “Fueron furor y empezaron a pedirnos más”, explica Natalia. Y como en la variedad está el gusto, Natalia decidió confeccionar también con ecocuero liso y estampado, que también han tenido bastante aceptación. “En Limache se venden más las de brillo y en Olmué las de ecocuero”, asegura.
Pero el espíritu comercial de Natalia no se quedó ahí. Ocurre que, además de las costuras, esta olmueína también ofrece a la venta diversos artículos de sex shop. Por eso, cuando algunos clientes le adquieren una cantidad significativa de mascarillas, les ofrece de regalo algún producto de su otro rubro, ese relacionado con el placer. “Por ejemplo, si me compran $30 mil en mascarillas les regalo una crema multiorgasmo”, dice medio en serio, medio en risa, pero sabiendo que la estrategia ha dado resultados. “Así la gente se entusiasma”, comenta.
Pero la estrategia de Natalia tiene otro componente más, pues esta multifacética mujer también tiene otra “gracia”, y es que, como su papá se dedica al rubro de la construcción, Natalia aprendió diversas labores del rubro, servicios que aprovecha de promocionar junto con las mascarillas y los artículos para el placer. “Yo aprendí a colocar cerámicas, gasfitería y otras cosas. Por ejemplo, en mi casa hicimos una ampliación y yo instalé el piso flotante, hice la instalación eléctrica, coloqué la volcanita, puse repisas, el mueble del lavaplatos lo hice yo, etcétera. Pero, además, también restauro muebles, hago tapicería, recojo muebles viejos y los arreglo”, cuenta orgullosa.
Así, Natalia se las ha sabido arreglar a pesar de la crisis sanitaria y económica. “De hecho, mi mamá me dice que con esto de la pandemia me hice la América gracias a las mascarillas, estoy muy contenta”, dice riendo.
Este artículo circuló en la Sección “Mi Buena Noticia” de nuestra reciente edición impresa de El Observador.