Johan Martínez quiso vivir feliz y sin secuelas sus últimos años de vida.
LIMACHE.- Desde muy pequeño, el joven nacido y criado en Limache, fue muy querido por los vecinos de la población Bernardo O’Higgins por su gran simpatía y trato cariñoso, especialmente hacia los adultos mayores.
El año 2015 Johan Martínez se enteró que tenía un cáncer maligno en su cerebro, cuyo estado estaba bastante avanzado. El panorama que se dibujó no fue muy alentador, pues los doctores pronosticaron que su tiempo de vida rondaba entre los 2 y 3 años.
Pese a lo lamentable e impactante de la noticia, el joven no decayó y comenzó su tratamiento de radioterapia inmediatamente.
Mantuvo su alegría por vivir y su vida activa. Comenzó a trabajar en diferentes lugares y a tomar cursos para aprender diferentes cosas como conocer las técnicas del sushi y otro de barman.
Su madre, Luisa Martínez Díaz, comenta que “a pesar de su enfermedad, nunca se echó a morir. Le gustaba aprender cosas, compartir, echaba la talla, siempre decía que estaba bien, le daba ánimo a su entorno”.
Sin duda uno de los momentos más duros fue cuando, tras terminar el tratamiento radioterapia, a Johan le ofrecieron la oportunidad de someterse a una operación y extirpar el tumor, sin embargo, tras reflexionarlo decidió no hacerlo.
“La operación era muy delicada y tenía mucho factor de riesgo. Entonces no quiso operarse, quiso disfrutar sus días bien, sin secuelas. Él tomó la decisión y yo también la compartí, porque la decisión la tomaba él”, cuenta Luisa Martínez.
A pesar de lo difícil de la situación, la decisión reflejaba las ganas de disfrutar feliz y sin secuelas sus últimos días. Los meses que siguieron nunca dejó de compartir, viviendo lindos momentos con sus seres queridos. “Él disfrutó su vida, lo que le quedaba de vida. Viajó por Chile, al extranjero y disfrutó con sus amigos”, narra su madre.
En diciembre del año pasado Johan decayó y tuvo que ser llevado al hospital. El tumor había invadido todo su cerebro y la mitad de su cuerpo sufrió una parálisis. Pese a ello, pudo volver a su casa y siguió haciendo sus cosas, sin rendirse.
Un médico alertó a su madre diciendo que se preparara para lo peor, y así sucedió. Luisa comenta que “él falleció en la casa junto a todos. A pesar de su enfermedad tan mala, no sufrió nada. Se durmió no más”.
El domingo recién pasado Johan Martínez dejó este mundo frente a la tristeza de decenas de limachinos que conocieron su historia, quienes lo despidieron en una emotiva misa fúnebre realizada este martes en la capilla San Antonio de Padua de Limache.
