Amigo y compañero del Presidente Salvador Allende, recuerda este “11” a su camarada de partido y su mensaje final a los chilenos
LA CALERA.- A los 91 años, Miguel Smith Padilla tiene recuerdos del 11 de septiembre de 1973, pero le duele evocarlos. Desde niño había mostrado vocación por la política. No extrañó cuando se hizo militante socialista. Le fue bien y en representación de su colectividad, entre 1967 y hasta 1970 fue el Alcalde de La Calera.
Entonces, los alcaldes y regidores no recibían un sueldo, y Miguel Smith siguió trabajando en lo suyo: era el chofer de la única ambulancia del Hospital de La Calera. Dice que, como conductor del vehículo de emergencias, hacía práctica su vocación de servicio a los demás.
Por su labor partidaria y luego en su rol de Alcalde de La Calera, mantenía una larga relación de amistad con Salvador Allende, que fue diputado y senador por la zona. “Alguna vez -recuerda Miguel Smith- fui a verlos con los dirigentes de los vecinos de El Trigal. Él era presidente del Senado y nos atendió muy bien y fue muy amable, como era siempre”.
El ex Alcalde agregó que “le íbamos a pedir que nos apoyara para unas obras de agua potable para los pobladores. Le expliqué que los vecinos tenían las fosas sépticas al lado de las norias y que, por las filtraciones, se estaban bebiendo sus desechos (lo dijo más literal). Fue muy atento, pero no nos fue muy bien con la petición al compañero Salvador”.
El último discurso
Miguel Smith recuerda que el martes 11 de septiembre trabajó, como todos los días, y que no hubo situaciones muy complejas en su turno. Se emociona cuando se le pregunta si escuchó a su amigo y compañero en su último mensaje. “Fue un discurso muy emotivo y valiente. Con mucha poesía, lo que él ocupaba siempre en su oratoria. Pero en esos momentos había que tener corazón y pantalones. Son palabras para el presente y el futuro”, sentencia.
En los tiempos de la Dictadura Militar siguió trabajando en el hospital y para su partido. En 1980 fue detenido, encarcelado y torturado. Hasta estuvo un tiempo desaparecido y la familia lo pudo encontrar gracias a Alicia Moreno, una mujer de radio, que pensaba muy diferente a él, pero que era su amiga.
Miguel Smith valora mucho el gesto y dice que la amistad es una conducta que se ha perdido en política. También la posibilidad de conversar entre personas que pudieren pensar distinto. Perdió su trabajo en el hospital y debió partir al exilio. Estuvo en Australia y trabajó en una fábrica de balanzas.
Volvió con la Democracia supuestamente ya asentada, en 2002 y con sus convicciones intactas y absolutamente pleno. “Es que yo -dice- siempre he creído que las ideas en política, en ciencias, en filosofía y en otras áreas, se defienden con buenos argumentos. No con balas, cárcel o maltratos”.
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