En San Felipe estafadores inventaron cruel engaño para robar todos sus ahorros a paciente con isquemia

Publicado el at 11:31 pm
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Un sujeto se hizo pasar por analfabeto para pedirle ayuda y otro apareció para quitarle 2 millones que había sacado recién del banco para pagar remedios y deudas

SAN FELIPE.- El miércoles será un día que Elena Guerra Díaz, vecina de la población San Felipe, jamás podrá borrar de sus recuerdos: fue víctima de un cruel “cuento del tío”, que le hicieron dos sujetos, en el corazón de San Felipe y a plena luz del día.

La mujer de 62 años contó a “El Observador” que padece de isquemia cerebral, problema de salud grave que afecta la llegada de sangre al cerebro. Ese día se levantó a las 10:30 de la mañana, para ir al Banco del Estado de calle Prat, decidida a sacar todos sus ahorros, para poner fin a una suculenta deuda que mantenía con una casa comercial.

En su cuenta mantenía 2 millones de pesos, que había reunido en harto tiempo y tenía destinados para llevar una vejez digna y comprar medicamentos, debido a su delicado estado de salud.

Pero como tenía una deuda que -según confiesa- no la dejaba dormir, había decidido retirarlos. Esperó alrededor de una hora para ser atendida y, cuando logró obtener su dinero, empezó a desatarse el cruel engaño.

“Puse el dinero en un sobre y lo guardé en la cartera. Encima puse el resto de las cosas. Luego pasé un rato a rezar a la ‘Catedral’ en Prat”, describe.

Después de sus oraciones, salió del templo para volver a casa. Extrañamente, un sujeto que se encontraba cerca del Banco BCI, en la misma calle Prat, le preguntó por una dirección que llevaba anotada en un papel.

“La dirección decía calle Salinas y salía un número”, cuenta la afectada, recordando que fue amable y accedió a acercar al caballero a su destino. Su corazón solidario se dejó llevar, porque el extraño le dijo que no sabía leer y necesitaba que alguien leyera por él una placa para reconocer la consulta de un médico naturista.

Con voluntad de oro, Elena lo fue a dejar hasta donde él pedía. Una vez ahí, todo se puso mal.

“En ese minuto, de la nada, apareció otro gallo flaco y que seguramente estaba coludido con él”, recuerda esta víctima.

Ambos hombres se pusieron a conversar y, en el diálogo, el supuesto analfabeto cambió su versión, diciendo que tenía un boleto del loto que era el ganador y que necesita cobrarlo, con la ayuda de la mujer. Para saber si ella era confiable, le pidieron la cédula de identidad. Aun en su ingenuidad, la mujer accedió, momento que aprovecharon para mirar dentro de su bolso.

“Me preguntaron de inmediato si en el sobre llevaba plata. Prácticamente me lo afirmaron”, señala. Con supuestas buenas intenciones, le pasaron una bolsa rosada que ellos llevaban, diciéndole que mejor echara el sobre dentro, para protegerlo de posibles ladrones. Le comentaron que era peligroso que anduviera sola con tanto dinero. Acordaron que se juntarían en el banco, para que ella los ayudara a cobrar el premio del cartón ganador.

Pero pasaron los minutos y ninguno de los sujetos apareció. Con un mal presentimiento, se sentó en unas bancas, revisó su bolso y vio que los dos millones de pesos ya no estaban en la bolsa rosada. Sin darse cuenta, se los habían cambiado por papeles.

“No sé en qué momento cambiaron el sobre o la bolsa, no sé, no me di cuenta”, dice angustiada, entre lágrimas.

PIDE LAS GRABACIONES DE LAS CÁMARAS

Dos días después de haber sido estafada, dice que no se quedará tranquila hasta ver las grabaciones de las cámaras de seguridad de las calles del damero central y del banco donde fue a retirar su dinero.

Cree que en las imágenes permitirían identificar a los sujetos y saber si realmente se encontraban dentro del banco, vigilándola, al momento que ella hizo el retiro.

Por lo mismo, dejó una constancia en Carabineros y, luego, fue a la Fiscalía Local de San Felipe e hizo esta petición, quedando a la espera de ser citada.

Además de querer identificar a los sujetos, busca acordarse si en algún momento estos hombres tocaron su piel, porque piensa que pudo ser víctima de la temida droga de la voluntad, llamada “burundanga”.

“Quiero acordarme de eso, porque en mi mente nunca estuvo un no como respuesta. Siempre dije que sí a todo y no cuestioné nada”, concluye.

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