Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
La encuesta del CEP, una de las mejores, indica que el 62% de los encuestados todavía no ha tomado una decisión de cómo votar en el plebiscito del próximo domingo 17 de diciembre.
La papeleta del voto es tajante: se puede votar “A favor” o “En contra”. No hay más. O Usted quiere una nueva Constitución, o usted quiere quedarse con la del 80. Que los dos tercios no sepan cómo votar demuestra que los resultados, ahora con voto obligatorio, pueden ser una gran sorpresa.
Llama la atención que los que están a favor, sectores de centro derecha, sean los que quieren que se acabe la Constitución de Pinochet, también llamada la de los “Cuatro Generales”, o bien, la de Lagos, que le hizo tantas reformas que casi la modificó entera. Y sorprendentemente, los sectores de centro izquierda sean los que van a votar en contra, defendiendo con dientes y muelas la Constitución de Pinochet, la hecha en dictadura.
Raro, por decir lo menos, porque Chile ha tenido en su historia tres constituciones que se aplicaron a la vida ciudadana, la de 1833, la de 1925 y la de 1980. Ninguna fue hecha en democracia, siempre fue una norma impuesta por el gobernante. Esta vez, la que vamos a votar el 17, es la única que tiene un nacimiento verdaderamente democrático. Esa es una de las razones por las que mucha gente terminará apoyando el “A favor”.
Pero más allá de los juicios políticos o de los análisis del texto, lo que pasará -otra vez- será que los ciudadanos votarán en contra o a favor de la gestión del gobierno. La mayoría que cree que Chile está haciendo agua por todos lados, que está escandalizada por la violencia desatada, el narcotráfico, la corrupción, el crimen organizado y el terrorismo mapuche, votará a favor para castigar al gobierno de Boric, para decirle que no está de acuerdo con la desconexión entre los problemas de la gente y lo que hace el gobierno.
Las multas por no ir a votar el próximo domingo 17 de diciembre parten desde los $31.800 (media UTM) hasta llegar a los $190.500 (3 UTM). Durante la última década el voto fue voluntario, pero en este plebiscito se cambiaron las reglas y ahora es obligatorio, por lo tanto, el Servel está obligado por ley a denunciar a los infractores y tiene un año de plazo para hacerlo.
Si una persona no vota, lo multan y le envían una notificación a su casa. Las excusas se pueden dar solamente el día de la citación y ante el juez. Pero también están las excusas que se dan ante las Juntas Electorales, generalmente ubicadas en los conservadores de bienes raíces de cada zona, en caso de haber sido designado vocal de mesa. Las excusas que permite la ley son las siguientes: estar en el extranjero, por problemas de salud, por estar a más de 200 kilómetros del lugar de votación y por algún otro impedimento grave.
Es más, si bien la ley permite que una persona el día del plebiscito concurra a Carabineros a dejar una constancia, su actuación no es más que una constancia, que no elimina la infracción, la cual solo puede ser resuelta ante el Juez. Eso significa que no hay excusas administrativas y solo el juzgado resolverá y aplicará la multa que corresponda según el grado de la falta.
No fue una buena idea el voto voluntario. La abstención siempre tenía el mayor porcentaje en las elecciones, llegando a cerca del 60% y quitándole representatividad a los elegidos. Si el voto es voluntario va menos gente a votar y eso debilita la democracia. No se trata solo de derechos, votar por los gobernantes o una Constitución, debería ser siempre un deber de todos los ciudadanos. Un deber irrenunciable.
Hay que tener en cuenta que una Constitución dura varias décadas. La del 80 lleva más de cuarenta años. Por eso resulta muy importante reconocer que esta vez la Constitución fue aprobada por consejeros constitucionales elegidos por votación democrática.
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