Hace algunos días, y a propósito de las actividades artísticas que se desarrollaban en La Calera, con el Festival de la Caliza y en Limache, con “Viva el Folclore”, una persona subió a redes sociales una foto para graficar lo desoladora que -según su respetable opinión- lucía la Plaza de Armas de Quillota y comentaba que, mientras comunas vecinas tenían entretención para sus vecinos, acá “no pasaba nada”.
Junto con reiterar que esta opinión me parece valorable y respetable, quisiera manifestar algunas observaciones al respecto. Es cierto. En verano Quillota no es la ciudad más entretenida, pero veamos el vaso medio lleno.
Con la construcción de la avenida Condell se creó un nuevo eje de desarrollo, que ha permitido la llegada de una cadena de cines de lujo, con el correspondiente patio de comidas, heladerías y todo un entorno que cada día está atrayendo a más quillotanos. Recuerdo que, cuando llegué a esta comuna en el año 2001, los panoramas disponibles para los domingos eran casi nulos.
Por otra parte, la reciente inauguración del Centro Cultural “Leopoldo Silva”, ha abierto una amplia gama de instancias para la entretención. Si bien ofrece varias alternativas gratuitas -aunque no muy masivas- también hay propuestas que por muy poco dinero, menos de lo que vale una cajetilla de cigarros, permiten armar un panorama interesante, aunque claro, el desafío para sus encargados es ir ampliando el abanico de propuestas a una entretención familiar y masiva.
En este contexto, tampoco debemos olvidar que en octubre, la comuna ofrece su Expo Quillota, con programaciones artísticas y muestras para toda la familia, que cada año dejan la vara más alta.
Hoy, Quillota tiene más que ofrecer a sus vecinos, hay más oferta gastronómica, más cervecerías donde conversar, picotear y hacer karaoke; hoy ya no es necesario viajar a Viña o Valparaíso para disfrutar una tarde de cine con la familia.
Quizás aun estamos al debe en actividades para los más chicos y para quienes no cuentan con suficientes recursos para destinar al esparcimiento, por eso, potenciar el subutilizado Parque Aconcagua -que los domingos se convierte en un mercado persa y donde solían pastar caballos- es altamente necesario. Por ejemplo, se podría imitar lo que Limache hace en su Parque Brasil, donde se puede pasar una tarde de domingo disfrutando un café, un panqueque o un helado de los carritos que allí se instalan, mientras se recorren los puestos de artesanía o productos naturales; en tanto para los niños hay autitos, bicicletas de cuatro ruedas o juegos inflables y donde hasta los perros pueden correr libremente por allí, en fin. Veamos el vaso medio lleno, Quillota ha mejorado mucho en este aspecto, aunque puede mejorar aun más.