El sacrificio que no salvó al mundo

Publicado el at 1:19 pm
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Francisco Ovalle Reinoso
Reportero

Natalia Guerra, la última de las condenadas por el macabro asesinato de un recién nacido en Colliguay, en 2012, fue detenida tras permanecer prófuga de la justicia durante dos años luego de que fuera condenada por parricidio, porque el lactante sacrificado era -como se recordará- su propio hijo.

El padre era Ramón Castillo Gaete, a quien se le conocía en los círculos espirituales como Antares de la Luz, el hombre que lideró la llamada Secta de Colliguay donde se realizó el sacrificio del recién nacido lanzándolo vivo a una hoguera en medio de un extraño y macabro ritual, todo bajo los efectos del consumo de ayahuasca, sustancia alucinógena ancestral usada para fines medicinales y de sanación por algunos chamanes, principalmente del altiplano.

Pero, ¿por qué se produjo el sacrificio? Porque Antares de la Luz les aseguró a sus seguidores que el bebé que esperaba Natalia Guerra, era el mismo Anticristo.

Ramón y Natalia asesinaron a su propio hijo ante la mirada y complicidad de los otros integrantes de la secta, a quienes habían convencido de que ese sacrificio salvaría al mundo y esto es precisamente lo más grave del caso, porque el mundo no se terminó.

Natalia y Ramón escaparon al Perú, recorrieron el valle sagrado de los incas y se alojaron en la localidad de Ollantaytambo. Mientras la policía chilena le seguía los pasos, Antares se quitó la vida colgándose en una vieja casona de adobe a las afueras de Cuzco, acto con el que creyó trascendería a otro plano espiritual.

Tras la muerte de Antares, la mente de Natalia siguió creyendo que el sacrificio de ese lactante fue efectivo, pues aún cree que salvaron al mundo, lo que explicaría que durante todo este tiempo siguiera participando, aunque algunos dicen que liderando, ciertos grupos espirituales.

¿Cómo se entiende que un grupo de jóvenes profesionales, de alto nivel educacional, social y económico, llegue a creer de esta manera en un hombre que decía ser un gurú y sanador espiritual? Simple, cuando la misma sociedad es indolente frente al dolor ajeno, cuando la sociedad no empatiza con aquellos que sufren, cuando los trastornos psicológicos aún son materia de burlas, cuando nos reímos de aquellos que recurren a psiquiatras o psicólogos, cuando aun se piensa que la depresión no es una enfermedad sino una forma de llamar la atención. Cuando esos factores se unen, es la misma sociedad la que abre la puerta a desquiciados que solo se aprovechan de esa debilidad.

Antares de la Luz se aprovechó de esas carencias afectivas y manipuló a sus seguidores, o quizás realmente creyó ser un maestro espiritual elevado y reencarnado y terminó siendo víctima de sus propias alucinaciones, de su propio síndrome mesiánico, arrastrando con ello a otras personas y quitándole la vida a su propio hijo, de solo dos días de vida.

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