El psicólogo limachino Alfredo Sherrington es jefe de carrera de Psicología en Universidad Santo Tomás Viña del Mar y uno de quienes está utilizando tecnología de última generación, para analizar el comportamiento humano. Acá nos explica cómo funciona y cuáles podrían ser sus límites éticos
La vida del psicólogo Alfredo Sherrington ha estado ligada por siempre a Limache. “Parte de mi familia paterna estaba acá. Entonces, cuando chico, yo venía a veranear a la casa de mis tíos. Y hace 15 años, me vine a vivir acá con mi familia”, cuenta.
“Mi hijo mayor era asmático. Pasamos por todos los médicos hasta que uno nos dijo ‘volvamos a los orígenes, váyanse a vivir a Limache’. Y mi hijo, que solía tener muchas crisis de asma, se recuperó”, explica el académico.
Ya son 15 años en Limache, una ciudad que lo enamoró por varios detalles. Recuerda que su primera casa estaba en la calle República, donde la señora que atendía un negocio le preguntó: “¿Así que ustedes son los que llegaron a la casa que estaba desocupada?”.
“Eso quería decir que ya nos tenían identificados. Y además me preguntó si quería sacar cuenta en el negocio y cuántos dulces podían pedir los niños. Eso me enamoró de Limache. Se nota quién es de Limache por dos cosas: por la velocidad al caminar y por el tiempo que nos tomamos al conversar con el carnicero. Eso desespera a los que no son de Limache”, comenta, riendo.
Limachino conviviendo con la inteligencia artificial y la realidad virtual
Alfredo Sherrington es jefe de carrera de Psicología en Universidad Santo Tomás Viña del Mar (jornada vespertina), y en los últimos años se ha especializado en neuropsicología, neuroseguridad laboral, psicología de la emergencia e inteligencia artificial.
Este último punto es el que más le apasiona, sobre todo al hablar de las infinitas posibilidades que ofrece algo que parecía tan futurista y hoy está al alcance de la mano.
“Cuando era bombero rescatista, siempre me llamaba la atención por qué las personas cometían acciones inseguras. Por ejemplo, por qué tomaban alcohol y después conducían. O por qué una señora decidía cruzar la carretera empujando un coche con una guagua. Mi duda era qué pasaba en su cerebro para tomar esa decisión”, explica.
Así conoció la neuroeconomía, concepto que luego trasladó al área de su interés para desarrollar la neuroseguridad laboral hace ya 12 años.
“En ese tiempo, el concepto era prevención de riesgos, pero fue evolucionando al concepto de bienestar. Es decir, cómo hacer para que una persona esté bien, no sólo para que no se accidente. Hemos ido desarrollando varias tecnologías para apoyar desde las neurociencias al bienestar general de las personas, no solo en el trabajo, sino en la vida diaria”, explica.
Interpretar pensamiento con un electroencefalograma portátil
Cuando habla de tecnologías, son efectivamente eso: máquinas que son capaces de ayudar a interpretar señales, según mediciones de actividades del cerebro.
Sherrington apunta a instrumentos como un electroencefalograma (EEG) portátil con forma de casco o cintillo, y los lentes de realidad virtual, que se alejan demasiado de la tradicional imagen de un psicólogo encerrado en una consulta, escuchando a un paciente que le cuenta sus problemas en un diván.
“Psicología y tecnología están muy unidas hace tiempo. El problema es que se difunde poco. Por eso todavía está la imagen del psicólogo que conversa con sus pacientes y nada más. Pero hoy utilizamos realidad virtual, medimos actividad cerebral de las personas, utilizamos inteligencia artificial para predecir comportamientos con mayor confiabilidad”, dice.
“La psicología trabaja hace muchos años con inteligencia artificial, porque intenta explicarles a los ingenieros cómo funciona el cerebro. La parte lógica se ha logrado explicar bastante bien, pero el desafío de hoy es cómo explicarle que el ser humano tiene emociones que hacen que, ante el mismo evento, reaccione de distinta manera. El computador aún no entiende el contexto y eso es lo que estamos tratando de enseñarle”, resume, hablando sobre el trabajo que realiza.
¿Cómo funciona el casco que mide la actividad cerebral?
Una de las “gracias” es que hoy estas herramientas son pequeñas y su costo ya no es tan alto, lo que permite su masificación. Un EEG, por ejemplo, es absolutamente portátil. Para el académico de UST Viña del Mar, esto no debería sorprender.
Para mayor entendimiento, Sherrington explica que “el casco mide la actividad eléctrica del cerebro”.
“Es como el motor de un auto: si suena de cierta manera, sabemos que está funcionando bien; si suena de otra, posiblemente hay problemas. En el caso del cerebro, podemos interpretar la cantidad de electricidad que generamos, el lugar del cerebro donde la generamos y la velocidad con que la generamos. Eso te entrega tus estados emocionales, los niveles de atención, de concentración e incluso algunas funciones fisiológicas”, detalla.
¿Qué utilidad puede tener medir la actividad cerebral?
El psicólogo limachino cuenta que es posible controlar el computador o el movimiento de un robot sólo con la mente, pero que también hay usos más “serios”.
“Por ejemplo, podemos educar emocionalmente a un niño si tiene problemas para aprender. Algunos se ponen nerviosos en las pruebas o no participan porque les da miedo que los molesten, otros tienen problemas de atención. Entonces con estas tecnologías podemos detectar qué le pasa y enseñarle a controlar su emoción y su pensamiento para que mejore su aprendizaje”, ejemplifica.
Otro ejemplo se puede dar en el ámbito deportivo: “Podemos medir qué pasa en el cerebro de un futbolista cuando tiene que patear un penal. Se puede establecer en qué momento toma la decisión o si le afecta que le den muchas instrucciones”.
“Ya hemos hecho pruebas con niños y vimos que, si el entrenador les da muchas instrucciones, ponen atención cinco segundos y después se ponen nerviosos. Los gritos de los papás en las tribunas también generan angustia. Lo que se puede hacer acá es enseñar técnicas para jugar más tranquilos porque los estados emocionales terminan afectando el rendimiento”, comenta.
Además del EEG portátil, la realidad virtual o 360 permite simular situaciones en ambientes controlados.
“Hemos logrado mostrar cómo reacciona el cerebro cuando alguien te maltrata. Usando estos lentes, vives la experiencia de ser atacado, sin serlo realmente. Sería ideal utilizarlo ahora, con la ola de violencia que vemos en los colegios. Se podría medir cómo y qué tanto aprende el cerebro a no ser agresivo”, postula.
Fobias se puede tratar con realidad virtual
La realidad virtual se puede usar también en los ámbitos laborales, educacionales, en terapias para personas con fobias para simular situaciones.
“Si le tienes fobias a las arañas, las puedes ver en realidad virtual, no en directo, y así puedes aprender a manejar tus emociones sin necesidad de enfrentarte a la araña real. Para tratar fobias sociales y experiencias traumáticas también puede ser útil”, agrega.
Computadores que aprenden a interpretar las emociones de un texto
Y en términos de inteligencia artificial, Sherrington cuenta que los avances también son enormes debido a que la velocidad y cantidad de datos que puede analizar un software son cada día mayores.
“Hay programas donde ingresas un texto y lo analiza, le asigna relevancia a ciertas palabras, te puede decir cuál es el concepto más importante de un texto”, dice.
“La gracia es que ahora los sistemas son cada vez más capaces de entender el contexto de un discurso. Si lo pensamos con un portal de noticias o un diario, podemos ver la carga emocional que genera una noticia y se podría recomendar usar determinadas palabras para tener mayor impacto emocional“, comenta, mientras procesa un texto de Observador.cl, mostrando que las crónicas sobre lluvias suelen tener cargas negativas, en vez de ser positivo, en una zona con sequía.
“Es muy interesante que hoy día un computador te diga cuál es la emoción que estás generando con un texto. Imagínate si lo aplicas en el discurso de un político, si fueras su asesor le podrías sugerir palabras con diferentes cargas emocionales para causar el efecto que quiere en su audiencia”, señala el limachino.
¿Qué viene para el futuro de la neuropsicología y la inteligencia artificial?
Sherrington recuerda que, hace 12 años, cuando se inició esta forma de analizar la actividad del cerebro humano, a la gente le daba miedo, “pues pensaba que el casco era un detector de mentiras o que íbamos a meterle ideas en la cabeza”.
“Ahora ya no está ese temor, la gente juega, se sorprende, pero no se arranca. Respecto al futuro, vas a andar con un sensor conectado en tu lente y podrás controlar tu auto, abrir programas de tu computador, regular la luz y la temperatura de tu casa”, asegura.
El avance puede ser tan grande, que puede generar dilemas éticos: “El área neurojurídica se viene algo muy interesante y es la pregunta de si se podrá predecir el comportamiento de alguien que va a cometer un delito mañana”.
“¿Se podría entonces detener a alguien antes que cometa un delito? El cuestionamiento ético ahí es muy bonito, pero Imagínate si eso se logra”, se pregunta el psicólogo limachino.